Los partidos políticos, de vez en cuando, deben cambiar sus hombres y mujeres. No creo que esto sea en sí preocupante, más bien lo contrario. Si lo digo es por lo que ha pasado en el PP de Punta Umbría donde el hasta el momento presidente de la organización de Rajoy, José Carlos Hernández Cansino, ha sido sustituido por la parlamentaria andaluza y candidata oficialista, María Sacramento. No es ninguna novedad el hecho de que Cansino ha venido siendo marginado en su partido desde hace tiempo y que la incomodidad de este con su formación, era clara. No obstante, el exalcalde de Punta Umbría se ha mantenido fiel a su partido defendiendo sus principio e ideas donde ha podido hacerlo.
Hay una curiosidad y es que habiendo sacado bastantes más avales que Sacramento, finalmente la candidata oficialista ha logrado casi cien votos más que el presidente saliente. Creo que la dirección provincial ha sabido moverse muy bien en el congreso y que ha sabido inclinar el fiel de la balanza hacia su candidata quien, por cierto, tampoco es una persona nueva dentro del partido y que no garantiza ninguna regeneración. Sacramento dice que no es momento de hablar de candidato a la alcaldía y sin embargo se ha permitido decir que no es ella quien se vaya a ir a algún partido independiente. El comentario, calculadamente dejado caer por la nueva presidenta, debe venir de las informaciones que se mueven en los mentideros políticos y mediáticos que dicen que Cansino podría estar pensando en un partido independiente en su localidad si la conducta del PP seguía siendo asfixiante hacia él y su formación.
No sé si Hernández Cansino ha realizado el recorrido ideológico suficiente para conformar un partido independiente pero, si así fuera, debe asistirle el mismo derecho a crearlo que a cualquier español. A fin de cuentas, la independencia política es el no sometimiento a ninguna formación al uso y la aplicación en cada caso de las políticas necesarias para llegar a una gestión honrada y eficaz. Desde luego, reconozco que una pataleta personal no debería suponer el nacimiento de una nueva formación porque, en lo partidos políticos, puedes ganar o puedes perder sin que ello suponga la marcha del mismo. Sólo cuestiones de índole mucho más importantes y de servicio a los ciudadanos y con los ciudadanos deberían dar nacimiento a una formación de esas características, pero eso Hernández cansino lo tendrá que sopesar y actuar en consecuencia.
La verdad es que la dirección popular tal vez debió ser más comprensiva con el candidato perdedor, darle la posibilidad de explicarse y acoger con comprensión sus postulados y no castigarle por su posicionamiento crítico. Eso tendría que ser lo natural dentro de los partidos democráticos. Que yo sepa, el PP no se ha movido en Huelva cuando Pedro Rodríguez ha vuelto a anunciar que será candidato a la alcaldía de la capital por el PP cuando el partido ha querido propiciar a otro candidato que callaré aquí. Y esto es un asunto que también se ha venido comentando ampliamente en los mismos lugares que el caso de Hernández Cansino. No obstante, el alcalde de Huelva impone su voluntad porque no hay quien lo tosa a pesar de que sigue manteniendo que su elección es algo que va más allá de las siglas del PP, mostrando un desagradable desafecto al partido que paga sus campañas electorales y que moviliza a sus efectivos en la capital para que él siga siendo quien es. Como ven, dos varas de medir muy diferentes para uno candidato y para otro dependiendo de su ascendencia personal.
1 comentario en «EL LABERINTO.
Los cambios sospechosos.
[Javier Berrio]»
Javier, para mí, los partidos son como el brocal de un pozo y la soga que sujeta al cubo que nos da el agua. El cubo con agua debiera ser el principal fin (político) y la soga representaría el esfuerzo de todos los militantes para sacar lleno el cubo con agua desde el fondo del pozo, siendo que el fondo del pozo representa la pugna en política por los diversos postulados de los partidos y sus consecuencias, para llegar a gobernar (quien tiene el agua, manda en ella y la distribuye).
Pero tanto el brocal del pozo como la soga se van desgastando con tanto roce y algunas fibras se parten. Precisamente son los que más rozan contra «el brocal político», los que se parten para que el resto de la militancia siga dando de beber de ese cubo. Y son los que se parten, los que deshecha el Partido y les obliga a morir politicamente o a renacer en un nuevo partido. A unos les llaman «críticos» y a otros simplemente «no adscritos». El tema de los tránsfugas no es el caso que debates ahora ¿no es verdad?.