Pocos personajes políticos han experimentado un ascenso tan meteórico como el de la sevillana Susana Díaz, que pertenece a esa nueva generación de políticos de profesión, por haberse desarrollado su ambiciosa carrera íntegramente en el seno del Partido Socialista y al amparo de diferentes mentores que han catapultado su figura política.
Comienza su carrera como Secretaria de Organización de Juventudes Socialistas de Andalucía en 1997. De la mano de José Caballos, portavoz parlamentario entonces del PSOE-A, se convirtió en concejal en el Ayuntamiento de Sevilla en 1999, pasa a la delegación del distrito Triana, donde consigue los apoyos para abrirse hueco en las listas al Congreso de los Diputados en 2004. Con la victoria de Zapatero cambia de caballo, nunca mejor dicho, y se acerca a Antonio Viera, uno de los cinco exconsejeros a los que Mercedes Alaya ha instruído derechos para su imputación ante el Tribunal Supremo (TS) por los ERE. Viera la convierte en la número dos de Sevilla al hacerla Secretaria de Organización, pero sus desavenencias hacen que busque el amparo de Griñán, que la designa para idéntico puesto a nivel regional, y pronto será su segunda al beneficiarse del escándalo político que salpicó a su antecesor Rafael Velasco.
De esta forma y con tan sólo 38 años, Susana Díaz se perfila como sucesora de un Griñán, que acuciado por el inminente proceso de los ERE, no tuvo otra opción que poner pies en polvorosa antes de contemplar la devastadora foto de un Presidente de Andalucía sentado como imputado en un caso de corrupción sin precedentes. El proceso sucesorio guiado desde la cúpula socialista, y señalado por muchos militantes de base como un auténtico “dedazo”, coloca a Díaz en el atril del Parlamento ante el primer discurso de investidura a la Presidencia de una mujer en la mayor Comunidad Autónoma de España, bastión del PSOE nacional y su federación más poderosa.
El relevo en la presidencia de Andalucía, se produjo como era de esperar, al amparo de un relato mediático que obvió los verdaderos motivos, y vendió la imagen de un PSOE renovado; un necesario salto generacional por y para Andalucía. En el discurso de investidura, Diaz reivindicó su condición de mujer, garantizó la lucha contra la corrupción y ”Combatirla en todos los frentes” y prometió transparencia y marcar “una hoja de ruta completa hacia el gobierno abierto”, además arremetió contra los recortes de la derecha frente a una izquierda defensora de los débiles. Un discurso que su electorado necesitaba escuchar y que los Andaluces acogieron con el escepticismo propio. En cuarentena.
Un análisis de los primeros meses de gobierno revelan que poco se ha hecho en relación a aquellas promesas: respecto a la corrupción, cuando aún no se ha zafado de la sombra de los ERE, le ha estallado el escándalo de las facturas de UGT, negándose a la personación de la Junta como acusación particular, por no hablar de su apatía para investigar lo ocurrido con los Fondos de Formación. Con respecto a la transparencia, expuso públicamente su declaración de la renta y la de su conyuge, pero no el orden del día del Consejo de Gobierno y sus expedientes como prometió. Tampoco ha hecho público los resultados de su plan de choque por el empleo, ni hay avances en el proyecto de Ley de Participación y Gobierno Abierto.
Pese a su pobre gestión en Andalucía, la figura de Susana Díaz sigue en ascenso a nivel nacional, y ha logrado que se hable de ella como segura candidata a las primarias nacionales. Su habilidad para aprovechar la coyuntura política española y de su partido es la clave. En la Conferencia Política, su estrategia de apoyo a Rubalcaba a cambio de una ponencia, le permiten encumbrarse como líder, gracias a un discurso sin papeles que levantó al auditorio y que comenzó con autocrítica. Con él, consiguió remover los espacios ideológicos que habían quedado vacíos en el discurso del partido: la necesidad de un proyecto común para toda España y la refundación ideológica. Un filón político de fuerte contenido emocional, un rapapolvo al PSC y de paso a la tibieza de Rubalcaba.
La visita de la Presidenta de Andalucía a Cataluña, es un capítulo más de esa operación de imagen a nivel nacional. Aprovechando la vinculación histórica de ambas comunidades, se hace escuchar ofreciendo una vía de diálogo que rompa las irreconciliables posturas de un lado del independentismo nacionalista catalán, y de otro del gobierno de Rajoy y su obligada defensa de la unidad. Una postura asumible por el desencantado nicho de votos socialistas, muchos de ellos emigrantes andaluces, y que de camino le permite ganar enteros contra su oponente a primarias, Carmen Chacón, en su propio campo. Touché.
Nada importa la mayor o menor utopía de las propuestas de la andaluza: reforma del Senado, reconocimiento de la singularidad cultural y social de Cataluña, federalismo o nueva financiación; lo cierto es que Susana Díaz ha emergido como gran lideresa de un centro izquierda ávido de referentes. El gran problema es que mientras la presidenta se bate dentro de su partido a lomos de su caballo ganador, Andalucía espera la solución a sus problemas siempre aplazados: el negro panorama del paro y una ciudadanía que contempla con estupo la mayor y más corrupta sangría de dinero público conocida en la historia de las democracias europeas.
2 comentarios en «DESDE LA NUBE.
Susana y el caballo ganador.
[Fátima Reyes]»
Esta Biografía política de Susanita tenía un ratón escueta y suficiente para saber de antemano que de su mano no nos vendrá nada aclaratorio de los ERE ni las ayudas a los Sindicatos amigos. Lo de Cataluña era consabido para ayudar de paso a su amiguete Pedro Navarro, conocido por el Pera. Y de paso se da un baño de publicidad a costa del Erario Andaluz, o si no ¿Quién ha pagado sus billetes a Barcelona? y su hotel….Nada nuevo bajo el Sol.
Un buen análisis que nos pone delante de uno de los casos más recientes y flagrantes de dedazos recibidos entre palmas y olivos. Ya veremos que nos depara esta buena señora.
Felicidades por el artículo Fátima. Saludos.