Se toman los lomos de la caballa y, si se tiene pericia suficiente y un poco de sentido común, les separamos limpiamente toda la parte de espinas con un cuchillo bien afilado. Es fácil, no crean. En todo caso, si queda alguna espina, pues nada, al comerse uno los lomitos, pues se quita la espina y yastá. Cubrimos los lomos, que los habremos tenido que abrir a la mitad para quitarles las espinas que tienen en el centro cada uno de ellos, con sal gruesa y los dejamos así, una hora más o menos. Tomamos de nuevo los lomos y los depositamos en un cacharro donde quepan, más o menos, justos. Les ponemos por encima unos dientes de ajo picados, no demasiado, un poco de culantro, tomillo y los rociamos con el zumo de medio limón y luego con aceite de oliva virgen extra hasta cubrirlos (de ahí que el recipiente debe ser ajustado, porque si no os va a salir por un ojo de la cara). Asamos una berenjena, pelándola, mojándola en aceite y envolviéndola en papel de aluminio. También deberíamos asar un pimiento rojo de los de asar, pero como ya los venden asados y la mar de buenos además, pues nada, tomamos pimientos rojos ya asados. Cuando la berenjena esté asada, se sacará del horno, con cuidadito, y una vez tibia, se corta en láminas, aliñándola con vinagre, aceite y sal.
En una sartén con un poco de aceite de oliva, se frien láminas de ajo y bastoncitos de zanahoria, hasta que queden crocantes. Se toma un tomate y se corta en bastones después de quitarle piel y simientes. Le damos a la caballa marinada un minuto de microondas a 700º. Y ya está, ahora a montar el plato.
Sobre una lámina aliñada de berenjena, se pondrá el tomate y sobre el tomate los pimientos. La caballa marinada encima, y encima de todo, los crujientes de zanahoria y ajo. Se les pone un poco de sal y un hilo de aceite de oliva virgen extra a todo por encima.