22 noviembre 2024

‘El burrito feliz’ llena de ilusión un centro escolar en Gibraleón

DSC04254Por fin llegó la mañana largamente esperada por los pequeños del centro escolar “Aurora Moreno” de la localidad de Gibraleón.

DSC04274La dirección, personal y voluntarios de este colegio coordinaron con la Asociación “El Burrito Feliz” la realización de una actividad de homenaje a Juan Ramón y su burrito Platero en el año de su centenario.

El acontecimiento estaba a punto de comenzar y en el patio vacio del colegio un joven vestido con la austeridad propia del Premio Nobel preparaba su trasformación.

Lo primero es caracterizarse perfectamente y para eso Jonathan emplea unos 30 minutos donde lo principal es que la barba pintada le quede bien.

 

-Represento a un hombre cuya figura fue eclipsada por lo que representó en su propia obra literaria- comenta mientras el maquillaje comienza a obrar el milagro de la transformación.

 

Mientras tanto el burro “Platero” está llegando al centro escolar en un transporte fletado desde el centro neurálgico, que a unos 60 kilómetros de distancia, la Asociación “El Burrito Feliz” y el Ayuntamiento de Hinojos, también en la provincia de Huelva, gestionan de forma conjunta en un esfuerzo del consistorio y de los naturalistas para dinamizar la zona del entorno de Doñana con cualquier actividad que, gracias a los burritos, pueda servir a este fin.

 

Tranquilamente el burrito baja del transporte y se encuentra con su “Juan Ramón” que ya está perfectamente caracterizado.

 

Ahora Jonathan se dedica metódicamente a trocear zanahorias recién compradas en un centro comercial cercano al colegio para que los pequeños puedan sentir la ilusión de alimentar al simpático animal.

 

-Este burrito que usamos es muy noble y sensible, cariñoso y suave.- añade mientras le anticipa algún pedazo de golosina que “Platero” acepta sin dudar.

 

Ahora a esperar el momento mágico en que cerca de medio millar de niños y niñas del centro irán abandonando sus aulas para, de forma organizada y por grupos, realizar la actividad de un cuentacuentos, la alimentación de “Platero” y el poder tocar e incluso montarse en el paciente animal.

 

Y ese momento no tarda mucho en producirse: primero los más pequeñines que al doblar la esquina que da al patio de actividades del centro escolar y encontrarse con un Juan Ramón de carne y hueso y un burrito peludo no pueden reprimir la emoción lanzando agudos chillidos de satisfacción.

 

En un primer momento Jonathan se presenta y luego tras una serie de actividades y cuentacuentos invita a los escolares a interactuar con el burro.

Así una y otra vez hasta cuatrocientas veces. Porque son cuatrocientos los pequeñuelos a los que hoy atiende. Este esfuerzo puede parecer agotador pero no lo es para este enérgico joven de enorme corazón.

 

-A los pequeños les digo que soy Juan Ramón pero a los más mayores les confieso que hago una representación en este año de Platero-.

 

Reconoce que le ha sorprendido el éxito de aceptación de esta mañana en Gibraleon: -Uno se espera algo bueno porque la actividad se hace con mucha ilusión, pero reconozco que no esperaba este enorme éxito-

 

Su ilusión es que de este día los escolares se lleven un recuerdo de tocar el burrito, de sentirlo. Sobre todo los más pequeñuelos.

Y esa ilusión es su mejor y único pago porque tanto Jonathan como la Asociación “El burrito Feliz” no cobran ni reciben nada de las administraciones por este esfuerzo.

 

-De todas formas si tenemos pensado en próximas actividades solicitar a los centro que al menos apoyen un poco en el pago del transportista del animal y el vehículo que hay que contratar aparte porque nuestros recursos son muy limitados y no podremos hacer frente a ese gasto de forma muy prolongada-Comenta el encargado de la Asociación que también ha acudido a Gibraleon para supervisar la actividad.

Actividad que ha servido de antesala a la celebración del día del libro que se lleva a cabo en el mes de abril.

 

La mañana va transcurriendo y los escolares vuelven a sus clases inquietos por si el burrito “Platero” aun estará en el patio cuando acaben la jornada.

Una de las colegialas antes de irse realiza una pregunta comprometida a nuestros amigos:

-¿Pero platero no se murió hace mas de cien años? ¿Entonces que hace aquí?

-Si lees el final del libro podrás creer que los burritos van a un cielo especial para ellos y de ese cielo bajan para que nunca podáis olvidar la bondad y alegría de “Platero”- se le contesta.

La pequeña se aleja sonriente y creemos que algo convencida.

 

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