Lo último que haría es entrar en la operación de acoso y derribo de la figura de Pablo Iglesias, inspirador y líder indiscutible de Podemos y cabecilla, por tanto, de los deseos de cambio de muchos ciudadanos. Sin duda, se trata de un cambio radical, de un cambio que no es nada más que de oferta electoral, sino de régimen y estructuras. Esto no quiere decir que sea el cambio que quiere toda la sociedad, pero sí una parte del electorado que tan siquiera se ha parado a pensar lo que en el fondo persigue el movimiento anarcocomunista. Creo que no me excedo en la denominación de la incipiente organización, ya que me parece que lo básico en su militancia navega por esos mares.
Sé que en Andalucía las voluntades se dirigen a la confluencia con otras organizaciones, tal como ya ha sucedido en Cataluña. Maillo, coordinador andaluz de IU está por la labor de la agrupación, lo que me parece lógico desde el comunismo de IU pero no tanto desde Podemos. La última encuesta a la que tuve acceso daba a IU entre 12 y 15 parlamentarios en el Congreso mientras aumentaba a 30-32 la de Podemos. Creo que ir juntos a las elecciones restaría apoyos a los de Iglesias por cuanto IU, aunque se manifieste díscola, es un partido de régimen que completa el bipartidismo imperfecto cuando al PSOE le faltan votos, ejemplo paradigmático de lo cual es Andalucía. Todo el mundo sabe que si Andalucía ha tenido alguna vez un gobierno incapaz y paralizado en sus contradicciones internas es el actual, por lo cual una suma de IU y Podemos supondría falta de credibilidad en los seguidores den Iglesias, unidos a un proyecto muy trabajado en políticas de apoyo a un PSOE liberal con ramalazos de social democracia.
No me parece acertado que Podemos presente políticas alternativas junto a formaciones como IU que ya ha mostrado más que de forma suficiente, pese a su empecinado republicanismo de los últimos tiempos, su buen funcionamiento dentro de la monarquía parlamentaria y su capacidad para llegar a acuerdos con el PSOE. A no ser, claro, que Podemos tampoco vea con malos ojos dichos entendimientos. Según Pedro Sánchez, secretario general in péctore de los socialistas, su partido va a experimentar un giro a la izquierda cuyo primer movimiento sería la derogación de la triste reforma laboral de la ministra Báñez. Quién sabe, quizás puedan llegar a acuerdos de mínimos para intentar sacar el estado adelante desde posiciones de izquierdas.
Hay gestos que no benefician en absoluto a la opción de Iglesias, como por ejemplo su negativa a condenar el terrorismo de ETA, su reivindicación de la república bolivariana de Venezuela y su pretensión de que todo es tan fácil como dejar de pagar la deuda exterior. Por su parte, IU es una organización un tanto aburguesada o burocratizada, como podemos ver en el sur, cuyos candidatos repiten una y mil veces a, por ejemplo, alcaldías que
nunca han logrado ni lograrán, mientras defienden un máximo de dos mandatos. En fin, como en la ex federación de izquierdas la claridad asamblearia es cortita porque los grupos pueden ser llevados fácilmente al carro de las conveniencias personales, creo que Podemos cometería un error importante confluyendo con ellos antes de las elecciones. Todo parece indicar que el movimiento de Iglesias podría conseguir mucho más por sí solo. Lo que pudiera venir después sería producto de la negociación, pero pactar antes, a mi parecer, traería algún principio de decepción a su electorado potencial y eso, como es natural, sepaga.