Me tropiezo en El Sembrador con un reportaje sobre el nuevo dogma que un grupo de católicos romanos piden a su Iglesia. El movimiento Vox Populi Mariae Mediatrici, pretende que María, madre de Jesús de Nazaret, sea definida como Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada. Sin lugar a dudas, la pretensión no es poco y, desde un punto de vista puramente católico, podría ser vista como herética, ya que la corredención sitúa a María en igualdad con su hijo, considerado a la vez hijo de Dios y Dios mismo. ¿Pretenden estos integristas católicos convertir a María en diosa o algo parecido? Sé que esta objeción es la primera que desde dentro del catolicismo se opone a la pretensión de este quinto dogma mariano, pero es la más razonable y la que a mí primero se me ocurre.
El peso del dogma en la iglesia católica es tal que muchos creyentes han dimitido de su catolicidad precisamente por ello y son montones de entre los que acuden a los sacramentos que no creen en ellos de ninguna manera. Nunca se debió convertir el sencillo mensaje del Cristo en esta madeja pseudoteológica de los dogmas. El mesianismo de Cristo, judío perfectamente conocedor de las creencias de su pueblo y de su fe (de hecho era rabino), fue más bien profético e impulsor de un cambio de vida entre sus seguidores y una 8invitación a la reconsideración de las prácticas piadosas y a la reconversión interior.No me parece que tuviera la intención de crear una religión nueva a partir de sí mismo como sucedió tras su muerte. Mucho menos que aquella iglesia se convirtiese en un poder político y económico que acabase no teniendo nada que ver con sus intenciones y con su predicación.
La obra misionera de la iglesia católica es importante y hay que agradecérselo en cuanto ayuda a los necesitados fuera de nuestras fronteras, allí donde las dificultades son mayores. También tiene el catolicismo otras virtudes pero, de igual manera habría que llevarlo a la comprensión de que están muy lejos del judeocristianismo que el Ungido pretendió, según se desprende de los evangelios. Cargar con un nuevo dogma a los católicos, un dogma que además todavía entronizaría más a María como ser excepcional, sobrenatural, en la obra de su hijo, es una auténtica barbaridad que todavía aumentaría más las dificultades de entendimiento de la Iglesia Católica1 con otras confesiones cristianas.
Refiriéndose a la era mesiánica y al mesías mismo, el profeta Isaías escribió lo siguiente: “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: venid y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob, y Él nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”. Éste es el mesianismo anunciado en las escrituras judías –sin ellas, no habrá mesías alguno-. ¿Es en esta la redención en la que los seguidores de Nuestra Señora de las Naciones quieren convertir en cooperante necesaria a María, casi en igualdad –si no en igualdad absoluta-, con Jesús el nazareno? Los de Vox Populi Mariae Mediatrici están, además de a años luz de las enseñanzas bíblicas, casi en la herejía respecto del catolicismo, tal como decía al principio, aunque como llegue un papa muy iluminado, terminará aceptando.