Lo de Susana Díaz es de tocar a rebato. El alboroto y el tumulto provocados por la señora presidenta son señales de alarma. Estamos ante todo un arrebatón, que dicen los cubanos cuando alguien realiza un tirón, sorpresivo y a las bravas, aunque sea a nuestra memoria. La sucesora de los expresidentes Chaves y Griñán nos deja patidifusos con uno de los anuncios más procaces con que político alguno suele obsequiar a la parroquia en las jornadas previas a las elecciones. Una oficina antifraude y anticorrupción nos ofrece la esclarecida dama.
Qué diría el personal si la invitación nos llegara de Correa, de Bárcenas, de Luis Roldán o de Pujol. Se necesita rostro para ofensas de este calibre. El mensaje bíblico de la paja en ojo ajeno cobra aquí toda su dimensión. El asunto se enturbia cuando escuchamos a Maíllo, el líder de Izquierda Unida. Asegura don Antonio que lo de la oficina es fruto de la mala conciencia de la psoecialista. La acusa, una vez más, de haber roto su pacto de (des)gobierno con el fin de evitar cualquier comisión de investigación. Después de tres años de coyunda gobernante, Maíllo tañe la campana desafinada de su propia mentira.
No sé dónde leí que la oficina siniestra era la alegoría del homo burocraticus. Acaso fuera en las viñetas inteligentes de La Codorniz. Pero eso era antes. Hoy día la oficina siniestra es el loft del homo corruptus. Este hombre/esta mujer se establece en un local diáfano, luminoso, transparente, donde la domótica dirige los movimientos de calor o de luz. En ese espacio de formal claridad, unos funcionarios con alma decimonónica despliegan su capacidad de fraude mientras muestran una sonrisa beatífica y candorosa a la par que esconden bajo las solapas de sus chaquetas de marca la credencial del partido para el que, en realidad, trabajan.
Decía Scheling que lo siniestro es aquello que se ha revelado a pesar de que su finalidad era permanecer oculto. El carácter ilusorio y fraudulento que se adormece en la estética se precipita en un océano de cristales rotos que hieren y queman cuando el misterio se desvela y la incógnita se despeja. La juez Alaya ha pillado a demasiada gente de carnet con las manos en la masa.
La oficina siniestra de Susana se proyecta en las mentiras continuadas de Mariano o en las prédicas zapateriles de Sánchez o en los resabios filibusteros de Pablo o en las proclamas rancias del joven Alberto que se agostará antes de ser Julio. Todos ellos debieran percibir que como no han combatido, cada uno a su modo, la podredumbre de la corrupción, han acabado formando parte de ella. Todos se sumen en el silencio lóbrego de la oficina siniestra de la política más dañina que nos riega en la ciclogénesis explosiva de los comicios que vienen.
Ojo, que cada palo aguante su vela. Quienes no nos involucramos en política, somos premiados con la gobernanza de los más temerarios que no pocas veces son los más estúpidos.
3 comentarios en «TERETES.
La oficina siniestra.
[Paco Velasco]»
Efectivamente, aquí no se salva nadie; ni los lectores.
Sin alboroto, sin tumulto, sin señales de alarma sino todo lo contrario y más estando en carnaval y en periodo electoral, se anuncia una catástrofe explosiva, adornada de una intensa lluvia de descalificaciones por centímetro cuadrado, con la que se dispara a diestro y siniestro; al igual que los indios de las películas del oeste cuando rodeaban a los pobres colonos.
Hay para todos, como el títere de la cachiporra del guiñol, Susana, Maillo, Mariano, Sánchez, Pablo y Alberto forman parte de la corrupción. ¡Hasta para los pobres funcionarios, decimonónicos, beatos, cándidos y corruptos, también hay!… y casi todos resultan estúpidos.
¡Dios mío!, mi marido corrupto y estúpido y mi hija corrupta y yo sin saberlo. La lectura es angustiosa y una parece que escucha al fondo la marcha fúnebre de Sigfrido y después el grito desgarrado de Isolda cuando sostiene en sus brazos al héroe yacente.
Y al final: ¡la luz!, como en el Génesis, menos mal, y con Vissi d´arte, vissi d´amore, emerge el autor de las aguas, en su concha, virginal, níveo e inocente, cual Venus de Boticelli.
Esto no lo mejora ni Oliver Sacks.
Pobres Andaluces. Cuanto engaño, subvención envenenada, desprecios desde fuera, miseria..etc..se nos avecina en estos años. Mas aún en la Huelva de Las Marismas.
Puntualización: excepto los de barriga llena o semillena, en los que los efectos del engaño político estarán muy aminorados; salvo los éticos.
me gusta. aqui no se salva nadie sea del partido que sea.