(Texto: Chema Fernández) Eva Lepe o el triunfo de la ilusión. El grupo de teatro de la Asociación de Mujeres Abril de Escacena del Campo o el triunfo de la constancia y el esfuerzo compartido. Una vez más, una representación más y otro nuevo éxito, rotundo, inapelable y merecido para este plantel amateur de actrices y actores que suben al escenario con la ilusión de niños pequeños dispuestos a entregar a los espectadores lo mejor de sí mismos para deleite de un pueblo que empieza a valorar la encomiable contribución a la cultura local que este grupo viene realizando desde 2013, posiblemente la mayor de las últimas décadas en Escacena.
Eva Lepe volvió a sorprender de nuevo. En esta ocasión su ingenio chispeante desempolvó tres de los más famosos sainetes de los Álvarez Quintero: Sábados sin sol, ¿A qué venía yo? y Sangre Gorda, piezas cómicas inspiradas en el costumbrismo de la Andalucía más popular y tópica, plagada de personajes graciosos rebosantes de encanto y humildad que terminan enredados en situaciones disparatadas en las que el humor y los diálogos naturales son el denominador común. La joven directora escacenera, renovadora e independiente, respetuosa con los clásicos pero suficientemente atrevida para imprimirles su toque personal, mantuvo la esencia de los guiones originales pero con un punto de sal a su gusto, marca de la casa. El resultado fue delicioso.
El teatro que ofrece Eva Lepe es también el triunfo de la sencillez. Ya no importa el escenario, bien sean corralones, parques, murallas de Tejada o el mismísimo Círculo Mercantil de Sevilla. Tampoco necesita grandes campañas de publicidad ni de marketing porque su aforo está asegurado porque otra vez más el público desbordó cualquier previsión de aforo. Su teatro es autóctono, puro, destilado e inspirado en la esencia más íntima y verdadera del quinto arte: la de transmitir sentimientos por encima de todo, la de contagiar al espectador y envolverlo en la magia de la representación, seduciéndolo, arrastrándolo. Y anoche, ocurrió de nuevo.
El reparto brilló como de costumbre, pivotando en la impecable actuación de dos de las mejores actrices del grupo: Isabel Rodríguez, sublime como Candelita y la polifacética e histriónica Antonia Monte (Florita), ambas magistralmente acompañadas por Encarni Calero y Luna Castro así como por Ascensión Fernández que bordó el papel de la excéntrica y alocada Doña Lía junto a Noridelys González como la melindrosa y remilgada Amparito. Por su parte, el plantel masculino estuvo representado esta vez por Miguel Ángel Acosta (Estanislao), Roberto Romero (Patiño), el veterano José Fernández (Morales) y un gran José Manuel Franco como Santiago, todos ellos en el papel de personajes bonachones, nobles y un tanto holgazanes.
Eva Lepe y su grupo necesitan ya un reto ulterior. Quizá un Shakespeare o una obra «lopeveguiana» serían desafíos a la altura de sus posibilidades para encumbrarlos definitivamente como compañía amateur de referencia en toda nuestra provincia o, incluso, mucho más. ¿Quén sabe?…