(Texto: Paco Velasco) El señor Sánchez, el genuino paladín del neozapaterismo, ha cantado la traviata de la ignorancia. Dicen que sabio es el que rectifica. Ignorante, sin embargo, es el defecto del soberbio que se aferra al olvido para no admitir su desconocimiento. El mismísimo Freud, no crean, reconstruía los olvidos y llenaba con suposiciones sus vacíos de recuerdos.
Memoria, recuerdo, olvido. Lo de Pedro Sánchez es de traca. Decir que la ley del divorcio se promulgó en el primer gobierno socialista de Felipe González no deja de ser un error. El problema es que, advertido de la metedura de pata, el aspirante a la Moncloa, lejos de reconocer la pifia, se refugia en la candidez de sus nueve años de edad cuando Fernández Ordóñez promulgó la susodicha ley. Como si la historia fuera producto de lo vivido. Como si el protagonismo se dispensara en los centros okupas. El inconsciente desvela la decrepitud que el consciente rechaza mostrar.
Esa ignorancia es olvido, como señalaba Kundera. La memoria falsa se sustrae al peso de la historia y convierte a esta en un chascarrillo. Nueve años de niñez y el resto de estupidez continuada. Los totalitarios reducen la realidad pretérita a sus propias vivencias de adulto. Si Sánchez hubiera nacido en siglo distinto, hubiera creído que Felipe II era un hijo de Felipe I y que Felipe VI sucedió a Felipe V. El síndrome del facha es su discurso de macho alfa que nunca yerra. Además de ignorante, es arrogante.
Como dijo Bolívar, el conocimiento sin probidad es un azote. En cuyo caso, la ignorancia no asumida es una pandemia. Sánchez puede ser, incluso, un ignorante ilustrado o un ilustrado ignorante. Sin embargo, la maldad del soberbio no cabe en su túmulo. Y ello porque carece de sensibilidad social y de conciencia humanista solidaria. No hay peor ignorante que el que se avergüenza de su ignorancia.
Sánchez tenía nueve años cuando la ley del divorcio, dice. Según sus cuentas, apenas seis cuando lo de la Constitución. Acaso tres a la muerte de Franco. Pero no importa la edad si la memoria histórica es la zanahoria que incentiva el paso del jumento. Los adoquines son pavés en lengua francesa pero pollinos en el sentir popular español.
Hombre, que si uno se equivoca, se pide perdón y, hala, a esforzarse en el futuro. Pero recuerde, señor Sánchez, que la ley del divorcio tiene origen de derechas. Y fíjese si la democracia es importante, que permite la convivencia en la alternancia entre los de un partido y los de otro. Fíjese si nuestra Constitución es grande, que fue redactada, de consuno y por consenso, por altos representantes del arcoíris parlamentario de la época.
Nueve años. A ver si le bastan nueve minutos para darse cuenta de que los más altos también descienden a los infiernos del desconocimiento. Pero lo mismo que no debe confundir amor con sexo, no llame olvido a lo que es ignorancia. Con esos deslices, quién va a votar al rey de los malos patinadores. Por favor.
2 comentarios en «TERETES.
Nueve años.
[Paco Velasco]»
Amigo Paco: De las primeras cosas que hago cuando me levanto es leer este portal. Hoy con la alegría de encontrarme con tu artículo. Gracias. Ha sido un placer. Efectivamente, estamos en la era del vacío. Todo es mediocre. Vacío de pensamiento y vacío de nobleza. Pero abarca todo: la Política, la Iglesia, la intelectualidad. Por esto, precisamente, tu artículo reconforta. De vez en cuando aparece un punto de referencia al que agarrarse. Muy bien y ánimo.
Un abrazo
Celetino
Pues Sr. Velasco, todavía se siguen creyendo los compañeros del PSOE y la multitud de quienes les votan, que las pensiones de la vejez las implantó Felipe González Márquez. No «recuerdan» o no saben que muchos años antes existía el I.N.P. o dicho en toda su extensión: Instituto Nacional de Previsión, aquél que premiaba con pagos en metálico a las familias con la venida de un nuevo hijo o mediaba ante la Seguridad Social para el pago de las pensiones de los jubilados. Felipe González creó si no recuerdo mal, las denominadas Pensiones No Contributivas, para atender a aquellos trabajadores en edad de jubilación que por una circunstancia u otra no habían cotizado a la Seguridad Social para adquirir ese derecho. Siga refrescando la memoria, por favor Sr. Velasco.