El Puerto de Huelva apuesta por impulsar un desarrollo sostenible de su actividad, debido a su proximidad al Paraje Natural Marismas del Odiel, Reserva de la Biosfera, donde se encuentra el dique Juan Carlos I, una zona de servicio portuaria que comprende 560 hectáreas de las 7.150 hectáreas que abarca este espacio protegido.
Así lo ha dado a conocer este martes el presidente de la Autoridad Portuaria de Huelva, Javier Barrero, durante una visita a este paraje, acompañado por el director de esta institución Ignacio Álvarez-Ossorio, en la que ha destacado el compromiso del Puerto de Huelva por convertirse en un puerto verde como recoge el Plan Estratégico del Puerto de Huelva 2012-2017 con visión a 2022. En este sentido, ha manifestado que el hecho de convivir con un espacio Reserva de la Biosfera constituye para el Puerto de Huelva una oportunidad.
Por su parte, el director conservador del Paraje Natural Marismas del Odiel, Enrique Martínez, ha destacado el alto valor ambiental de este espacio protegido, una de las zonas de marismas mareales más importantes y en mejor estado de conservación del país, donde destacan las colonias de espátulas y charrancitos, la nidificación del flamenco rosa o el registro, en 2009, de la primera pareja de águila pescadora que se ha reproducido en la Península Ibérica en medio siglo. Igualmente ha resaltado que para la gestión de la Reserva de la Biosfera es fundamental la participación de todos en la conservación y puesta en valor del patrimonio natural.
El presidente del Puerto de Huelva ha realizado un recorrido por este espacio, sobre todo por la Isla de la Liebre y también por el patrimonio cultural del Estuario.
Situado al sur de la provincia de Huelva, en la confluencia de las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel, el encuentro entre las aguas dulces y saladas ha dado lugar a un complejo de marismas influenciadas por las mareas, conocido como las Marismas del Odiel.
El sistema funciona como un estuario donde los cauces de ambos ríos depositan al desembocar gran cantidad de sedimentos cargados de nutrientes. Éstos son la principal base alimenticia de las aves que pueblan este espacio natural. A su vez, este aporte continuo de sedimentos y la fuerza de las mareas generan islas separadas por extensos brazos de agua como la Isla de Enmedio, la de Saltés y la de Bacuta localizadas al Sur del enclave. Este medio salino determina el predominio de especies vegetales resistentes a las altas concentraciones de sal, conocidas como plantas halófilas. Un ejemplo de ellas es la salicornia o la espartina, auténtica estructuradora de la ecología y el paisaje de amplias áreas de marismas.
Uno de sus principales enclaves es la Isla de Enmedio, declarada Reserva Natural por albergar una de las mayores colonias de cría europea de espátulas. La producción de sal es uno de los aprovechamientos de los recursos naturales más interesantes de la zona. Debido a la riqueza mineral, salina y pesquera de la zona junto a su estratégica situación geográfica, estas tierras fueron colonizadas por diversas culturas. Se cree que la antigua ciudad de Tartessos se asentó por estos parajes. De los romanos quedan restos de piletas de salazones de pescado y, de los musulmanes, el yacimiento arqueológico de Salthish, en la isla de Saltés; se trata de una importante ciudad que fue capital del reino taifa de los Baikríes en los siglos X y XI.