Está visto. Los políticos actuales no profesan el menor amor por el pueblo al que pretenden administrar. En realidad, lo que intentan demostrar es que las únicas políticas útiles son las suyas y así, sus egos –los inventores de esos proyectos son ellos-, se ven disparados al máximo de su valor artificial. Hasta tal punto eso es así que cuando ha llegado el momento de sacrificar parte de sus inventos para posibilitar un gobierno de consenso, han dicho no. Si han tenido que boicotear a algún candidato –caso de lo hecho a Rajoy por parte de toda la izquierda además del ultraego riverista (C’s), lo han hecho, ninguno ha querido dejar de ser quien era porque, entonces, “¿qué queda de mí y de lo que yo represento, a saber, a mi mismo y mi proyección mental?”
Los políticos al uso –todos los de la última y fallida legislatura-, ya no nos sirven aunque, desgraciadamente, la mayoría de los electores no se han dado cuenta. Nos quieren seguir haciendo creer que no hay más mundo ni felicidad allende lo que ellos proponen y dentro de un sistema encorsetado y encorsetante como el constructo institucional actual. Pues yerran, porque lo que el hombre y la mujer del nuevo mundo que lentamente va llegando, ya no se sienten concernidos por sus preocupaciones ni mentiras. El español, como tantos estados del mundo, está manejado por fuerzas económicas muy poderosas y en manos de pocas manos. Lo que esos poderes quieren conseguir en la esquilmación del poco dinero que ya tiene la gente en sus manos, el expolio generalizado de los bienes públicos y privados. Si no, ¿a cuento de qué viene que el FMI se pronuncie en el sentido de que los salarios en el Estado español son muy altos mientras ellos gozan de emolumentos inconfesables.
Ir a votar pone en valor las políticas de nuestros políticos, en pos de su bien personal y del de sus organizaciones, en primera instancia, y da todavía más poder a aquellos que arruinándonos cada día un poquito más, encuentran como perfectos aliados a nuestros gobiernos, administraciones refrendadas por los votos de los inocentes o desconcienciados ciudadanos. Sin sentir miedo, habríamos de dedicarnos a nosotros mismos, a ir a nuestro ser real, dejando atrás las necesidades más inmediatas de los egos, para comprender que los políticos ya no van a hacer nada por nosotros, sino por salvarle la cara al poder económico que nos atenaza. El apoyo social al sistema debe cesar mientras dedicamos el tiempo a nuestra mejora interior y a desarrollar una forma de convivencia más educada, noble, solidaria y perfecta. El desarrollo de cada cual habría de llevarnos a una sociedad más perfecta y el vaciado de las urnas, a la necesidad de que algo nuevo, más humano y digno de una sociedad perfeccionada en sus individuos y en el conjunto, tenga que emerger. Esa sociedad mejorada y más evolucionada, tendría que ser capaz de hacerse cargo de ese ente nuevo que deja atrás, superándolo, lo viejo, eso que vivimos y padecemos hoy para el enriquecimiento de los inútiles que aspiran a gobernar nuestros destinos y de los poderes económicos que nos atenazan. Que lo que propongo es largo y difícil, sin duda, pero son muchos lo que ya han emprendido ese camino y es la única manera de que lo nuevo pueda llegar. Mientras tanto, dejemos a los políticos a su propia suerte porque ni lo que piensan, ni lo que dicen ni lo que hacen nos afecta ya. Nada tienen que ver con nosotros. Nosotros levantamos vuelo y los superamos por simple crecimiento moral. Nos fueron útiles una vez, pero ya no nos lo son. Digamos adiós a su poquedad y a su deseo de ser por encima de nosotros y abramos el camino al sistema nuevo en el que nosotros quedemos reflejados en nuestro ser.