Lástima que Mr. Obama no haya podido visitar Sevilla, por la causa, por el esfuerzo inútil y por la promoción fallida que supone para esta parte del mundo, tan desconocida por los americanos.
Me hubiera gustado imaginarle paseando por los Reales Alcázares y que, ante la maravilla, alguien le explicara que quienes construyeron esos palacios, habían descubierto tempranamente el álgebra, habían aplicado la geometría en su decoración y que sus abluciones y baños religiosos contribuyeron a la mejoría del jabón y a la aparición del champú.
Y que la medicina, cuando el mundo permanecía en las tinieblas culturales del medievo, se escribía en árabe. Y que la óptica y la física tuvieron en sus ingenieros los primeros inventores audaces y reconocidos.
Que también se les atribuyen la paternidad del alcohol y de muchos elementos fundamentales de química; que eran grandes farmacéuticos y que hasta la palabra cheque proviene de “saqq”, que era una especie de documento escrito que atestiguaba la compra de mercancías, con lo que evitaba llevar dinero por territorios peligrosos.
Los árabes descubrieron la destilación y el café y los jardines privados y una forma de jugar parecida al ajedrez.
Y, plagiándome, “cuentan que con al-Mutamid fue Sevilla el paraíso de los poetas. Ya, en la dinastía fundada por Abu-l-Qasim, se había compuesto la primera de las antologías arábigo-andaluzas que han llegado a nosotros, titulada “Al Badi fi wasf al-rabi” (Libro peregrino que trata de la descripción de la primavera). En tiempos de al-Mutamid existía una casa especialmente destinada a los poetas, que equivaldría a lo que hoy se ha dado en llamar -se ignora si con acierto- «Academia». Los poetas eran recibidos por el soberano un día por semana (quizá el lunes) y recitaban sus composiciones en una cátedra o tribuna. El monarca los valoraba e incluso los hacia subir o descender, según sus méritos en una especie de escalafón. Existía, pues, una «Corporación» de poetas subvencionados”. Y que el legado léxico a esta lengua, de más de quinientos millones de hablantes y que él chapurrea, es inmenso.
Nuestras ciudades han visto durante generaciones alzarse sus casas, con patios y fuentes, entre los rincones, alcazabas y palacios musulmanes, que todavía se conservan.
Probablemente me habré equivocado en algunos de esos inventos, pero de lo que estoy seguro y orgulloso es que durante mucho tiempo fue Andalucía el único territorio en que convivieron pacíficamente varias religiones: Musulmanes, judíos, católicos y otros se respetaron y se enriquecieron mutuamente, como el ilustre visitante habría podido comprobar.
Quizá entonces el pueblo americano nos hubiese situado en el planeta y hubiese valorado a esos otros habitantes de los que han heredado todos los descubrimientos anteriores, muchos más y, especialmente, uno que se usó por vez primera en Occidente muy cerquita de aquí, en Niebla y me refiero a la pólvora, de tanta importancia para una de sus mayores industrias y algunos de sus expresidentes.
Pero no ha podido ser, en la gran nación donde no son capaces ni de acabar con el racismo seguirán pensando que Sevilla es baile; que España es el Real Madrid o el Barça y que Huelva…que Huelva no existe.