Tropecé ayer con un colega en el semáforo de Plaza del Punto. Me parece que vamos a las terceras elecciones, me dijo. Lo dudo, respondí. Es más: apuesto a que no.
Me tiro a la piscina con todo el equipo. Aunque pille una pulmonía y me quede sin ropa ni calzado. No habrá terceras elecciones. Hay demasiado en juego. Y no ya por el bien del país y de los ciudadanos, que eso resbala a la panda de políticos chiquilicuatres que han confundido el Congreso con una asamblea de amiguetes emporrados. No. No habrá elecciones porque a la muchachada se le puede acabar la verbena.
Rajoy debe desplegar el paraguas de la flexibilidad y ofrecer soluciones asumibles por el resto. Todo lo que sea compatible con la defensa de la Constitución. Fuera de ella, ni un milímetro. Por más que tiene cogido al toro por los pitones, a veces el rabo del cornúpeta te arrea un latigazo de dos pares. Está convencido de que unas terceras elecciones le reportarán más votos y escaños. Pero que no se confíe y piense más en España antes que en su supervivencia.
Sánchez es un peligro andante. En coma político, el líder, ejem, del Psoe está en manos de la Gerusía de su formación. No obstante, su desespero propicia cualquier salida de pata de banco. Puede liarse la manta a la cabeza y a quien dios se la dé, san Pedro se la bendiga. Luego vendrá el crujir de dientes y la cara de zoquete. Otras elecciones no van a hundir más su ya enterrada categoría de estadista.
Iglesias es el director de la opereta bufa. El hombre no consigue el aval de la gente de la cal viva. Tiene hambre canina de poder dictatorial y no ve la forma de hincar el diente al venado que casi tiene entre sus manos. Si no logra la alianza con la que sueña, le importa una higa la celebración de otros comicios generales. Total.
Rivera es el hombre bisagra. Su gran problema es ir de pureta. Sin embargo, de pureza política tiene lo que Tejero de demócrata. No se puede defender la limpieza en Madrid y amparar la suciedad en Andalucía. Albert tiene el plano del laberinto. La salida del dédalo es bien sencilla. Apoyar al partido más votado. Dejar las mamandurrias morales de la señorita Pepis en la casita de muñecas que construyeron los de UPyD. Aprovechar los “treintidós” que tiene para consolidar el grupo. Abandonar el postureo y laborar en pro del país. Está en grave riesgo de recibir la ostraka de Rosa Díaz. O lo que es lo mismo, una patada en las posaderas.
No habrá elecciones. O los lideritos de pitiminí se toman esto en serio o disponen de dos telediarios para seguir viviendo de las rentas. Quienes lo tienen peor son las huestes mercenarias de Albert. De haber terceras, quedarán penúltimos, por detrás del Partido Animalista.
Lo mismo acabo empapado y ligerísimo de equipaje. Repito: no habrá terceras elecciones.