Algunos amigos de Podemos me subrayan que los integrantes del partido se rigen por el verbo de la virtud aunque de los hechos de la virtud les sean extraños. Pero es lo que impone la política: lanzar mensajes de mérito por boca de hombres y mujeres desestimados. Lo curioso es que la idea tiene éxito. Máxime cuando la masa de desheredados de la fortuna y de desencantados por el infortunio amenaza con unas terceras o quintas, qué más da, elecciones generales.
La virtud radica en la mentira. Eso de la verdad os hará libres, no es sino una trola para idealistas. El amigo Echenique, secretario general de los podemitas de Iglesias, constituye un vivo ejemplo de que no hay mayor mentira que una verdad a medias. El hombre predica ley y en ella se cisca. Al mismo nivel que los mayores corruptos de la política que hayan engendrado el PP o el PSOE. Con otros matices y diferentes instrumentos pero el fin es el mismo. Qué será de este señor si llega a dominar, algún día, ojalá muy lejano, los resortes del poder. Mejor dicho: qué será de nosotros.
Hay más demagogos que piedras de mechero, me confiaba un amigo hace la friolera de cuarenta años cuando los fumadores se valían de encendedores prehistóricos para sus celtas o ducados. Se les reconoce de inmediato. Basta observar su conducta aduladora y escuchar el artificio de su lenguaje. El podemita Echenique sigue la estela fraudulenta de sus compañeros de piragua. No puede ser de otra manera cuando se empeñan en defender lo que solo creen los desmemoriados, los ignorantes o los mentirosos de alcurnia. Desde Pablo hasta Monedero, desde Tania a Montero y desde Echenique a Espinar.
Echenique es tan fatuo como insustancial me resulta Garzón, el socio venido a menos. Tan estúpido es quien prefiere llamar al Jefe del Estado ciudadano Borbón como desvergonzado quien responsabiliza al sistema de la propia culpa de contratar a trabajadores con un salario miserable en negro y ocultándolo a la Seguridad Social. Se necesita ser golfo y desahogado. Son ejemplos malignos de que una cosa es empujar a la gente hacia el despeñadero y otra, guiarlas hacia el valle. Su paranoia equivale a dar la vuelta a la tortilla: piensan que el pueblo es tan tonto que se desgañita para aupar al más listo de la clase. El más listo escribía, meses antes de ser pillado con las manos en salva sea la parte, que no se podía consentir que hubiere cuidadoras a las que no se pagaba la seguridad social.
No le importaba que, desde 2013, la ley obligara a los empleadores a pagar la cotización de las personas que laboran en hogar. Sí le importa que haya empresarios, salvo él mismo, que defrauden. Lo importante es que los políticos exijan el cumplimiento de las leyes. Y, desde luego, Echenique no la ha cumplido. Que se sepa, no se le ha caído la cara de vergüenza ni el morado del rostro se ha alterado.
Virtuoso, que es un virtuoso.
1 comentario en «TERETES.
Virtuosos.
[Paco Velasco]»
Ya lo apunta el sabio el refranero español, «justicia señor, pero por mi casa no». Nada nuevo en el frente. No existe mayor ciego que el que no quiere ver.