El profesor de geología de la Universidad de Huelva (UHU) Francisco Manuel Alonso Chaves, del grupo de investigación de Geología Costera Y Recursos Hídricos de la institución académica onubense, ha señalado que hay «riesgos geológicos» en cuanto a la actividad en la inyección de gas en el subsuelo de Doñana, pero al mismo tiempo admite que «tecnológicamente se ha avanzado mucho» en esta materia por lo que se puede hacer, aunque para ello recomienda estudios geológicos previos para evitar casos como el de Castor.
El profesor Alonso Chaves ha señalado en declaraciones a Europa Press que dada la franja en la que se ubica el proyecto es «normal que haya gas en el subsuelo y se ha elegido una zona en la que se sabe que se acumulan hidrocarburos». A este respecto, ha señalado que no se hacen sondeos en el centro del Atlántico y o el Pacífico porque «se conoce que esa concentración de materia orgánica se acumulada preferentemente en sedimentos cercanos a la Costa».
Por ello, las principales zonas para extraer hidrocarburos suelen estar en zonas alrededor de los continentes. Dado que Doñana está en el suroeste y en el margen continental y además en un relieve a cota cero sobre el nivel del mar, es una zona «muy señalada para este tipo de actividad» y la reserva de hidrocarburos «se extiende a lo largo de la cuenca del Guadalquivir en una banda paralela donde existe importantes yacimientos de hidrocarburos».
Alonso Chaves ha afirmado que «hay rocas en este subsuelo que pueden almacenar gas» pero su adecuación o no para reintroducir gas «depende de la gestión que se haga de este subsuelo», ya que la experiencia de lo ocurrido en Castor fue «muy negativa».
Según ha explicado el profesor Alonso Chaves «lo que ocurrió en Castor es que la actividad sísmica se disparó porque no hubo un control en el proceso de inyectar gas, mediante el cual se modifica la presión, lo que en sí mismo puede producir fallas o activar fracturas latentes».
En cuanto a Doñana, para el profesor Chaves es «indudable que hay fallas y muy importantes en el subsuelo de Doñana» por lo que «habría que tenerlas en cuenta» durante el proceso que se suele desarrollar para este tipo de actividad por lo que la «activación de microsismos es una posibilidad».
No obstante, el profesor Chaves ha señalado que el ser humano está capacitado tecnológicamente para desarrollar este tipo de actividades de inyección de gas en el subsuelo, pero cuando se trata del subsuelo «todo tiene un riesgo».
El experto en geología aboga por tener previamente un amplio estudio geológico del lugar y una «transparencia absoluta con todo lo que hay debajo» ya que, de lo contrario, sería algo «temerario».
El profesor de la UHU ha señalado que en el espacio de Doñana, en concreto, las rocas porosas que pueden acoger la inyección de gas se sitúan a 640 metros de profundidad y son rocas carbonatadas que tienen un espacio intersticial en los huecos del armazón de la misma.
Por otro lado, en cuanto a la división del proyecto en cuatro partes, el profesor Alonso Chaves ha informado de que responde a una división administrativa y que se plantea en un mapa, pero que no hay razones geológicas para separar los cuatro proyectos, por lo que científicamente podrían hacerse otras divisiones del terreno basadas en fallas o en otros aspectos de la evolución del terreno.