(Texto y fotos: Blas Miguel Hernández) La última noche de preliminares del concurso de agrupaciones del Carnaval Colombino, en la que participaron tres comparsas, dos murgas y un cuarteto de las localidades de Cádiz, Huelva, Isla Cristina, Bollullos Par del Condado y Minas de Riotinto.
Comenzó el espectáculo con la única comparsa de Cádiz inscrita en el concurso, que bajo el nombre de “Los depredadores” se presentaron elegante y ciudadamente vestidos con trajes de chaqueta de corte largo, chalequillo y chistera, representando al magnate, al pudiente de dinero y poder dentro del orden social. En su chistera un calavera con huesos, simbolizando la muerte , en sus manos los cásicos guantes de matón, de cuero negro con dedos al descubierto y los zapatos acharolados a dos colores y muy lujosos, típicos de la más refinada y dominante mafia.
En su telón una urbe cualquiera, donde destacaban bancos y grandes compañías que elevaban sus altas torres como símbolo imperialista de la sociedad en que vivimos. El color dominante en sus ropajes es el morado, quiero imaginar que es como se lo hacen pasar a sus víctimas, con algún que otro zarpazo en brazos y chistera dejando visible el rojo de su sangre fruto de sus encarnizadas peleas. Inició uno de estos comparsitas su presentación advirtiendo a todos de los depredadores, y a prepararnos para convertirnos en un montón de huesos dejando de ser humanos.
A ritmo de salsa se describieron adjetivamente como simpáticos, galanes, cautivadores, cazadores, inteligentes, embaucadores… que viven sacando provecho de nuestras miserias, pobrezas, carencias, perdidas… devoradores sin remordimientos, aquellos que describía en el tipo, que en menos que canta un gallo nos harán ser un montón de huesos. Comenzaron la tanda de pasodobles con una primera letra en la que dándose por aludidos en los comentarios y críticas hacia ellos por su participación en este concurso, se defendieron alegando que sin querer engañarnos, su madre es su madre y no van querer nunca a otra como a su capital, pero que vienen porque consideraban tener una deuda con Huelva por el amor de Manuel Carrasco a su bahía y las gargantas de Ale Molina y Fali Ramos, terminando que sin guardar rencor ellos nunca nos cerrarán las puertas de Cádiz. La respuesta del público fue inmediata que puesto en pie aplaudió fuertemente este pasodoble con palmas por Huelva.
Para el segundo de sus pasodobles narraron la historia de un homosexual como si el amor que siente fuese una enfermedad terminal, algo incurable y giran arremetiendo contra la derecha más conservadora y la iglesia, tachándolos de enfermos de rencor e ignorancia, a los que les cuestiona; quien tendrá más cerca el cielo, si los carroñeros o los que profesan amor verdadero. Buen pasodoble. Los cuplés, de buen corte musical, lo dedicaron a los payasos asesinos y a lo más importante para una madre, que le devuelvan los tupperware. Remataron su actuación con la interpretación de su popurrí. En el destapan a los buitres, a los carroñeros y los depredadores de esta sociedad y del carnaval. Hubo también espacio para tratar de manera sensual una cuarteta dirigida a por la que sus huesos muere. Gran agrupación que se suma a la pelea.