(Texto: Paco Velasco) Pedro Iglesias y Pablo Sánchez. O al revés, que ya uno se confunde con tanto cambio de pose. Qué lideran estos señores de triste fachada modernista, pero mente plana de divos trasnochados. Qué son, guías espirituales del marxismo de farándula o caudillos armados hasta la lengua fláccida de la involución bolivariana. Qué movimiento social encabezan o qué a tropa desorientan. Qué bien procuran a la clase trabajadora de España. Qué mal desean a los empresarios que crean empleo. Qué puñeta es su último invento de pedir la comparecencia de Rajoy. Si están tan aburridos, por qué no se dan un bocado en el codo.

En pleno mes de julio, cuando la España de la ruina ha atravesado el barrizal del desempleo masivo y ha puesto sus pies esperanzados en el crecimiento económico, vienen estos cómicos de la legua a soliviantar al personal con tertulias parlamentarias que no son sino mítines infumables. Vayan a pasearse, capitanes del vacío. Déjennos en paz a los españoles. Al menos unas semanas. Permítannos disfrutar de la noticia, efímera pero orgásmica, de la reducción extraordinaria del paro.

Y por penúltimo a ver si nos muestran las dos o tres maneras que albergan en sus romas inteligencias políticas para convencer al pueblo de que la coalición con que nos amenazan es capaz de crear solamente la cuarta parte del empleo que ha creado el gobierno de Rajoy. La cuarta parte. Traten de ser convincentes. Porque servidor no se lo cree ni harto de vino. Es más: lo único que considero posible es un desayuno a la cubana, un almuerzo al más puro estilo Puigdemont, una merienda tipo Maduro y una cena que preludia el más atroz de los zapaterismos. Todo ello a precio de mangantes/magnates.

Lideren, hombre, y cierren el mohoso teatrillo ambulante con que nos castigan a diario.