En la mañana de este sábado Manuel Carrasco twiteaba: ‘Isla Cristina ya cojo tu mano…’ Y por la noche era el momento del abrazo, del concierto en el que más a gusto y emocionado se ha sentido porque se encontraba ante más de 14.000 personas en el pueblo donde a los 11 años comenzaba a tocar una guitarra y a componer lo que le salía del corazón por entonces.
Y así sigue, componiendo con el corazón y llegando a donde posiblemente nunca había soñado: Disco más vendido del año, tour de más éxito (275.000 espectadores), primer artista en meter a más de 45.000 personas en La Cartuja, Premio Ondas al Mejor Espectáculo Musical, Mejor Disco y Mejor Gira del Año para Los40, quíntuple disco de Platino, 85 semanas en el Top de ventas…
Pero nada de eso le ha hecho volverse loco. Tuvo un ascenso meteórico tras su salida de Operación Triunfo, bajó de la nube en la que aquel programa colocaba momentáneamente a sus participantes y ha sabido trabajar y luchar para, con absoluta naturalidad, colocarse en el lugar más privilegiado del panorama musical español. Su madurez musical y personal le ha llegado con Bailar el viento.
Y en Isla Cristina ha bailado el viento como nunca y se ha sentido en su casa, donde es, por encima de todo, querido. La noche comenzó con ‘Tambores de guerra’, a la que siguieron, además de los temas de su último disco, las ya míticas ‘Y ahora’ o ‘Sabrás’. Uno de los momentos mágicos llegó con la aparición de Pastora Soler sobre el escenario, con la que interpretó ‘Pequeña sonrisa sonora’, una canción que dedicó a su hija, tal y como puede verse en el vídeo publicado en Facebook por el Club de Fans Amigos de Manuel Carrasco. El isleño, siempre cercano, también dedicó su ‘Mujer de mil batallas’ a una joven onubense que ha superado una leucemia y anoche cumplía 17 años.
Hace unos días declaraba a un medio de comunicación: «Yo sé de dónde vengo. Sé quién es mi familia, sé cuál es el ambiente que me rodea, cuál es la gente que más quiero, sé de donde vienen mis amigos… Con todo lo que me ha pasado se me podía haber ido la cabeza. A cualquiera se le hubiese ido. Pero yo sería un gilipollas si me creyera algo mucho más allá de esto». Sabias palabras para quien sabe que esto de la fama es un devenir impredecible y que por encima de todo están las pequeñas cosas de la vida, las importantes, las que pasan cuando las luces del escenario se han apagado y 14.000 personas se han emocionado con tu música, con su música, la de un Manuel Carrasco que sabe llegar al corazón y transmitir emociones. No le busquen más fórmulas al éxito de este isleño del que toda Huelva se siente orgullosa.