Francisco Javier Medina, acusado por el doble crimen de Almonte, se ha declarado inocente de los hechos por los que está siendo juzgado, en la última sesión del juicio que se ha venido celebrando en la sección primera de la Audiencia Provincial.
Ahora toca al jurado popular determinar si lo es o no, después de escuchar las conclusiones de las distintas partes: la Fiscalía y las dos acusaciones particulares mantienen que Medina asesinó al padre y a la niña en abril de 2013, y su defensa ha insistido en que no hay ni una sola prueba constatable que así lo determine.
El acusado, muy emocionado, ha utilizado la última jornada para pedir que se busque y se encuentre al verdadero asesino, al tiempo que ha apelado a que se haga justicia y se coja a quien mató a Miguel Ángel y María.
EL ADN DE LAS TOALLAS
En los informes finales el gran caballo de batalla de las distintas partes ha estado centrado en la presencia de ADN del acusado en tres toallas de la vivienda donde ocurrió el doble crimen.
Para el fiscal Pablo Mora no hay duda de que esta presencia de ADN, junto a las contradicciones del acusado –dijo no haber salido del trabajo aquel día hasta la hora del cierre y fue visto en la calle por dos vecinos en su coche–, son una prueba de su culpabilidad. Las cámaras del supermercado recogen imágenes del acusado hasta las 21.00 horas, pero no después, y en la salida, minutos después de las 22.00 horas, tan solo fue visto por una exnovia.
Para la defensa de Medina, la presencia de ADN no demuestra nada porque es imposible determinar cómo ni cuándo llegó dicho ADN a las tres toallas. Mientras que la fiscalía entiende que fue de manera directa, al secarse tras lavarse y haber cometido el doble crimen, la defensa sostiene que fue por transferencia secundaria.
Sobre el horario de los hechos, la defensa ha insistido en que el móvil de una vecina emitió un mensaje a las 22,03, siendo la llamada del acusado a Marianela a las 22,09 horas, por lo que se ha preguntado si en esos escasos seis minutos pudo cometer el crimen, lavarse e irse hasta la puerta del supermercado para salir con los demás compañeros.
En cuanto al carácter del acusado también ha habido notables diferencias. Mientras que para las acusaciones particulares ha quedado demostrado que era manipulador y celoso, para la defensa es todo lo contrario.