El jurado popular ha declarado no culpable a Francisco Javier Medina, por el doble crimen de Almonte, cuyo juicio se ha celebrado en la sección primera de la Audiencia Provincial de Huelva desde el pasado 7 de septiembre hasta el pasado 4 de octubre, por lo que Medina queda en libertad tras más de tres años en prisión. Ha sido casi un mes de comparecencias en la sala de vistas, por donde han pasado más de sesenta testigos.
Medina, que se enfrentaba a 50 años de prisión por dos delitos de asesinato, ha salido de la Audiencia Provincial de Huelva ya como un hombre libre en torno a las 19.05 horas, visiblemente emocionado y arropado por numerosos familiares, allegados y vecinos –más de 50– que le han mostrado entre aplausos su apoyo y cariño, al tiempo que han pedido que se encuentre al verdadero asesino.
Los hechos que se enjuiciaban se remontan al 27 de abril de 2013, cuando fueron asesinados Miguel Ángel Domínguez y su hija María, de ocho años, en Almonte. Lo que en un principio se pensó que había sido un ataque del padre a la niña para después suicidarse, en represalia por la situación sentimental en la que se encontraba con su entonces mujer y madre de la pequeña, Marianela Olmedo, fue descartado de manera prácticamente inmediata por la Guardia Civil, una vez se analizó la escena del crimen y la forma en la que éste fue cometido. Tanto el padre como la niña fueron brutalmente asesinados.
No fue hasta casi un año después, en junio de 2014, cuando la investigación llevó a la cárcel al único acusado, Francisco Javier Medina, tras encontrarse su ADN en tres toallas de dos cuartos de baño de la vivienda donde ocurrieron los hechos. Medina negó entonces y ha negado durante el juicio que él cometiera el doble asesinato.
Precisamente ese ADN ha sido uno de los caballos de batalla de las partes, ya que mientras para la defensa los restos de ADN llegaron por transferencia, para el fiscal y la acusación particular aparecieron porque el acusado se secó en ellas tras cometer el doble asesinato.
También ha habido grandes diferencias sobre si el acusado estuvo o no en el supermercado a la hora del cierre, a las diez de la noche. En esta hora estaba otra de las claves, ya que la investigación y las llamadas telefónicas que estaban efectuando unos vecinos, que escucharon lo que entendieron como una riña familiar, sitúan la muerte del padre y la niña entre las diez menos diez y las diez y cinco de la noche.
Y tampoco han faltado las discrepancias sobre su carácter más o menos controlador.
La sentencia de este viernes del jurado popular no es un punto y final para esta sórdida historia, puesto que todas las partes habían anunciado que presentarán recurso si el veredicto final no se ajustaba a sus peticiones. Nada más saberse el veredicto, tanto la acusación ejercida por la mujer y madre de los asesinados, como la que representaba a la familia paterna han anunciado que recurrirán la sentencia, al tiempo que han manifestado su sorpresa y han insistido en que había pruebas suficientes para dictar un veredicto de culpabilidad. La defensa, por su parte, ha indicado que la sentencia pone justicia a los años de calvario que ha tenido que pasar su defendido y ha pedido que se encuentre al verdadero culpable del doble asesinato.