(Firma: Paco Velasco) Un amigo –lo es desde la infancia- se lamenta de que la hermana de su mujer lo ha calificado, con tono despectivo, de machista. El hombre, ya sesentón, se pega un bocado en el codo. Qué disgusto. Qué ofensa.
Me cuenta que ellos se casaron jóvenes. Muy enamorados. Que ambos decidieron seguir defendiendo sus empleos. Que uno y otro tuvieron la habilidad de conciliar la vida familiar con la laboral. Que los dos contaron con la ayuda de los abuelos para la llevanza cariñosa de sus hijos al colegio. Que ambos respetaban las cuentas corrientes de cada uno sin interferir en ingresos y gastos propios. Que uno y otro pagaban sus cuotas hipotecarias mitad por mitad. Que ni él ni ella evitaban atender las tareas hogareñas. Y así, una enormidad de cooperaciones propias de una comunidad de bienes materiales y, por supuesto, de afectio maritalis. Estuvieran, o no, casados.
Pues bien, mi amigo, me contaba entre cabreado y mohíno, que la santa de su cuñada lo había tachado de machista. “Un tipo que cede la parte mural de las aceras a su mujer cuando pasean, es un machista”. La esposa de mi amigo no quiere acudir a la huelga feminista del día 8. La cuñada exige su presencia en la misma. Mi amigo no ha puesto la menor objeción. Pero es un machista.
El problema de muchas feministas reside en ellas mismas. Echar la culpa al hombre/macho convierte a ellas en víctimas y a ellos en maltratadores. Hala, todos al mismo saco. La huelga va a mostrar hasta qué punto muchas mujeres tienen razones para reclamar y cuántos hombres poseen argumentos para discrepar. Entre la misoginia y la misantropía se erige la filantropía, entendida no como caridad o beneficencia, sino como humanidad y como derecho de todas las personas. No obstante, aunque la Real Academia no lo contemple hoy por hoy, abogaré por la inclusión de la filoginia (la filogenia es otra cosa) en su diccionario.
A veces, algunas veces, la ofensora tiene razón. Otras, no. Quien insulta llama al diablo escondido en su jardín interior. Lo mismo esa cuñada, esa, es una machista peligrosa. Muy peligrosa.