(Texto: Paco Velasco) Uno de los más negros episodios de nuestra joven democracia es el control de los medios, especialmente la televisión. Tal es su influencia sobre la ciudadanía. Si se quiere demoler el acueducto de Segovia, la prensa actúa como dinamizadora del movimiento iconoclasta. Y nos lo creemos. En defecto de guerra entre España y Estados Unidos, Hearst se encargó de inventarla en 1898.
A la vista del peso de Podemos en el Psoe, el Papa Clemente Pedro Sánchez entrega las llaves de la Pública a Público o a uno de sus sosias, léase El Diario.es. Juego infernal de palabras. TVE, de una u otra forma, en manos de la Sexta Secta. El Ejecutivo de España, teledirigido por Roures y “amigüitos”, es reducido a la servidumbre de limpiabotas del capo del independentismo catalán. La región de Barcelona, Lérida, Tarragona y Gerona accede a no romper con España. Se limita, sencillamente, a absorberla.
Mi exposición es un flashback, una mirada al pasado. A la vez, quiere ser una luz potente que alumbre el presente. El contubernio sedicioso entre Sánchez (y a su lado, todos sus ministros, se enteren, o no, de lo que acontece) e Iglesias está produciendo monstruos desde la perspectiva, incluso desde la prospectiva, más tétrica y fúnebre de Goya. El “Saturno que devora a sus hijos” se encarna en la nueva invasión, a la francesa, de la España ingenua. Antes, sufrimos el “Duelo a garrotazos” entre españoles hundidos por la perfidia de quienes suplantan el espíritu progresista para retornar a la mentalidad más retardataria. De forma simultánea, “Los viejos comiendo” preludian el desprecio por la vejez, la excusa de la famélica legión de pensionistas y la llamada a la eutanasia activa de quienes, por su edad, sobran. O “El perro semi hundido”, alegoría del dolor y de la muerte que golpea de nuevo la puerta de nuestra historia.
El nuevo Maine es la voladura de TVE. El cínico Sánchez y el felón Iglesias no osan tocar la TV3. Pero TVE es el gran magma de la telecomunicación nacional. Quien la domine, habrá urdido la mayor maquinaria subversiva del mundo. Ni siquiera el franquismo más profundo se atrevió a tanto. Por supuesto que Franco no se ciscó en la libertad de expresión como pretende este Gobierno del dedazo.
Nos resta que la justicia corte de raíz este atentado bochornoso contra el Estado de derecho. De no ser así, el maldito duopolio Psoe-Podemos habrá conseguido algo impensable: que millones de españoles rememoren la dictadura para aprender hoy lo que no se debió hacer ayer. En cuyo caso, a fin de no caer en el belicismo infame, ganemos por las buenas la batalla por la democracia que Sánchez e Iglesias, Iglesias y Sánchez, nos están, muy sigilosamente, escamoteando. A Kane le falta el tercer hombre. Apuntado queda.