(Texto: Federico Soubrier) Vale, soy una tortuga y me tenéis harta. No sé qué os da derecho a criticarme, mejor pensad en vuestras vidas y dedicad el tiempo a otras cosas. Veis la paja en el ojo ajeno y no la viga en el vuestro.
¿Cómo se puede decir que soy mala madre? Que no dedico ni un minuto a cuidar de mis crías, ¿acaso miráis vosotros por las generaciones venideras?
Nado miles de kilómetros para volver a una playa que ni siquiera conocí porque tuve que salir echando leches para que no terminasen conmigo los depredadores marinos ni los que nos sobrevolaban, gracias a que no pudisteis hacer tortilla con mi huevo.
Tiene narices decir que hasta un cocodrilo hembra espera a que sus huevos eclosionen para llevar poco a poco la camada al agua con una especial delicadeza, cogiendo a los pequeños con suavidad entre sus fauces y que nosotras somos unas desalmadas.
La cosa más divertida que hago en años es comer algas y medusas, no hablo con nadie, solo me cago de vez en cuando en algún pez que choca conmigo, nado y nada sin parar.
Tengo el estómago lleno de plásticos, compresas, bastoncitos, preservativos, trozos de pañal y el catálogo completo de lo que vosotros tiráis y va a parar al mar, os podíais meter vuestra basura donde os quepa, no me extraña que en nuestro mundo se comente que delfines y monos son los seres más inteligentes del planeta. Parece que llevo mejor lo del petróleo que lo de los fosfoyesos. No sé, bueno para qué os cuento eso si al final dará igual.
Hace tiempo que llevo un anzuelo en el pico y por supuesto no es porque me gusten los piercing, es porque sois una panda de desalmados; mucho peor que los tiburones que me quieren comer las aletas y algunos nativos que quisieran hacer sopa con mi cuerpo exhausto.
Cada año viene un cabrito y me pilla por detrás, se lleva agarrado horas sobre mí, mientras casi no puedo nadar, termino medio ahogada, ya que me cuesta salir a respirar con la puñetera mochila a cuestas, por unos segundos de satisfacción, que ni eso, no le veo la maldita gracia, no deja de ser una violación.
Por lo visto, lo que queréis es que al tonto de turno lo obligue a venir a la playa conmigo, que hagamos el agujero a medias, que no suelte ni una lágrima aunque ponga más de cien huevos que me dejan mis partes íntimas destrozadas y que los dos esperemos en el agua a que nazcan los churumbeles y después seamos una familia feliz.
¡Coño! Que soy una tortuga, que no pienso, que el escritor me está utilizando, que me da igual el cambio climático que los ecosistemas o mi descendencia, porque no me entero de lo que pasa a mi alrededor. Vivís en una sociedad de mierda y os atrevéis a criticarme, pues sabed que tengo mucho más claros mis objetivos y cumplo bastante mejor con mi obligación que todos vosotros, vivo sin molestar, que no es poco, pero sí fácil.
Os recomiendo que no os metáis en la vida de los demás y cuidad de la vuestra. Escribo otra protesta dentro de cien años, si por entonces se puede vivir en el océano y he sobrevivido, cosa que dudo, es más, me apuesto el caparazón a que no.