(Texto: Federico Soubrier) A nadie se le pasaría por alto que nos estamos enfrentando a un verdadero problema político que indudablemente terminará redundando en nuestro perjuicio.
La coyuntura de los partidos tras la expulsión del PP del gobierno se enfrenta a una proliferación de voces desde la derecha que intentan crispar el panorama nacional mientras se fracturan entre ellos, despertando una nociva ultraderecha al tiempo que lo que pueda quedar de izquierda titubea sin rumbo.
Ahora, los programas electorales se han transformado en antiprogramas, cuestión que deja a la luz la ineptitud de casi todos nuestros políticos que no se dan cuenta de que estamos aburridos de oír hablar de exhumaciones, problemas con los vándalos inmigrantes, banderas, lazos amarillos, Venezuela, Cataluña y otras zarandajas fuera de lugar cuando está sobre la mesa el porvenir de Andalucía que dista bastante en estos momentos de estos temas.
Yo, por supuesto, no puedo estar contento con la sanidad que tenemos y con muchas cosas más, pero cómo me piensa convencer alguien que quiere equiparar los salarios de las fuerzas de seguridad a la vez que vota en contra de la subida del salario mínimo.
Me parece que se han perdido del todo los papeles, que de un lado la corrupción ha llegado a límites en que habría que ilegalizar partidos y de otro se están permitiendo repartos judiciales a fin de evitar que esto se lleve a cabo.
Pienso que ya no sé qué pensar del entresijo que se está urdiendo sobre nosotros para que continúe un reparto de sillones y sueldos no merecidos y subvencionados a costa nuestra.
Me llama mucho la atención que el ochenta por ciento de los diputados no hable otro idioma y ahora nos toque a nosotros pagarles los cursos para que la puedan cagar en colores. No entiendo como para trabajar en cualquier sitio tienes que tener un buen currículum y aquí nos gobierna gente que no ha dado un palo al agua en su vida, es más debe ser mentira que aprobaron el bachiller o la EGB, alguna otra lengua sabrían al menos para defenderse.
Me gustaría pasar un fin de semana en la puñetera Moncloa para ver qué droga es la que vuelve locos a todos por mantenerse allí, aunque creo que van a ser los canutos de vitalicia, que debíamos intentar ilegalizar a toda costa junto con las rayas de aforamiento.
Todos los ciudadanos deberían contribuir con su trabajo al desarrollo de un país que les ofrece servicios y sería lógico impedir que nadie viva exclusivamente de la política, restringiendo a entre cuatro y ocho años el disfrute de una nadería que no ha conseguido variar prácticamente nuestro panorama desde que se inició una mal llevada transición.
Desde luego si hay algo que no necesitamos en Andalucía es la crispación, así que la pueden dejar en Despeñaperros cuando vengan a vernos y, al menos yo, me interesaré por si hay algún partido nuevo que tenga programa y pueda merecer la pena.
Acabo de enterarme de la oferta de un kit que se llama “Nada” de cara al black friday, que vale diez euros y no contiene nada, solo el envoltorio, una gracia, la que nos vienen vendiendo nuestros políticos desde siempre, está todo inventado.