(Firma: Paco Velasco) Pedro Sánchez, por sus actos y por sus palabras lo reconozco, abusa con bajeza de su oficio presidencial para beneficiarse de su cargo. Sus cesiones ante el chantaje independentista connotan ruindad y denotan prostitución política.
Su libro –acaso escrito por una “negra” bien “pagá”- debiera titularse Compendio de prostitución por más que se comercialice como Manual de resistencia. La cúpula gobernante de un país democrático tiene el deber de dialogar pero no el de renunciar a su responsabilidad de servicio a toda la ciudadanía ni de venderse a cambio de dinero. Lo último de este prócer de la incuria es que comercia con votos al mismo nivel de ignominia de quienes se corrompen por dinero.
La prostitución política no es nueva. La ley del mercado encuentra en ella su reino. Oferta y demanda priman en el paraíso izquierdista del anticapitalismo. Aprovechamiento ilícito de un cargo en pos de intereses mezquinos. Envilecimiento de las instituciones a coste de disparate. Infamia que se consuma con una moción de censura y que corona su deshonor con la aceptación de un mediador a cambio de una efímera durabilidad de su plutocracia.
Ya sé que aceptado el estatus de prostitución política, cuando uno comienza, no hay límite para ejercerlo. Pregunten por ilustres representantes del oficio: Castro, Maduro y otros.