(Firma: Paco Velasco) La manifestación, multitudinaria, de la madrileña Plaza Colón ha ofrecido cien aspectos positivos y uno muy negativo. Y a quienes han protagonizado este último, mi reproche. Me explicaré. Observo una obsesión enfermiza en la actitud de Ciudadanos y del PP hacia Vox. Obsesión que deviene delirio cuando Rivera y Casado huyen de cualquier posibilidad de fotografía con Abascal. Ese reiterado ninguneo hacia un demócrata me parece que descalifica a Albert y a Pablo y potencia la figura de Santiago. Abascal es el líder del partido constitucionalista más emergente de cuantos configuran el espectro político actual. Su ideología gustará más o menos, pero sus ideas se transmiten con limpidez y sus propuestas de reformas se revelan sin complejos.
Desde mi punto de vista, hacer luz de gas a los dirigentes de Vox es un error que Albert Rivera y Pablo Casado pueden pagar caro. Máxime si alguien reproduce la imagen de uno y otro tomándose unas copas con Iglesias, saludando a dirigentes de la bancada golpista, charlando animadamente con el okupa Sánchez o lamiendo las manos del subastero Urkullu. Hasta qué punto la falta de personalidad de Casado y de Rivera no esconde un complejo estúpido de peleles que se rinden ante la izquierda facinerosa y miran por el hombro a la derecha que sí respeta la ley.
Esta actitud despectiva es un peligro creciente. Lo peor es que ese comportamiento está preñado de servilismo, lo cual es la prueba del nueve que repugna a las personas de noble carácter. Más valdría a Pablo y a Albert guardar las normas más elementales de cortesía y, en vez de hacer luz de gas a quien muestra, y demuestra, su gallardía constitucional, hagan lo imposible para mantener a raya a las hienas que amenazan seriamente la convivencia entre españoles. Y esas hienas son las que alientan, de una manera u otra, el enfrentamiento entre españoles. Desde Torra a Iglesias pasando por Sánchez.
Si aprendieran un poco de la flema británica, algunos preferirían la muerte al desprecio. Dejen de desairar, relegar, denigrar o desdeñar a Vox. Limítense a respetar al partido y a su gente. Las próximas elecciones marcarán la mayoría necesaria para gobernar. Y si se avergüenzan de retratarse con Vox, háganselo ver.
