(Firma: Carmen Ramos) ¡Cuánto se agradecen los pequeños detalles! Frente a una sociedad que ha coronado a lo más grande como lo mejor (el mayor centro comercial del mundo, el televisor con más pulgadas, el coche más grande, el puente más largo y así podríamos seguir hasta el meginfinito) se agradece muchísimo la gente que, a contracorriente, se fija en ese pequeño gesto que hace que todo sea diferente (la gaviota apoyada en la barandilla del centro comercial, el parpadeo de la luz de aparato al encenderse, el paisaje tras la ventanilla del coche, el barquito que se pierde a lo lejos y así podríamos seguir hasta el nanoinfinito, que también debe existir)
Dicen que los escritores en general y los poetas en particular, tenemos bien entrenados ese sentido del detalle y que esas pequeñas anécdotas son la fuente de nuestros poemas. No les falta razón: un día, mientras esperaba que el semáforo cambiara a verde, me quedé embobada en una bolsa de plástico que el viento había dejado enganchada en un árbol y que no conseguía zafarse. No sé si alguien más la vio o si intuyó la poesía que ahí latía. Y es que, frente a este extrañamiento en el mundo que algunos sentimos, quizás ha llegado la hora de refugiarse en el detalle.
Y por eso confieso mi amor por “Las hojas del baobab”, la colección de plaquettes que con tanto mimo editan y cuidan los poetas Gema Estudillo y Uberto Stabile. Con un formato que imita a los viejos pliegos de cordel, los cuadernillos están impresos en papel verjurado, numerados y firmados por cada autor en una tirada de 100 ejemplares y suelen presentarse entre una veintena de amigos. Tienen más de rara avis que de mainstream. Con casi dos años de existencia son ya veinte los títulos publicados. De entre todos ellos quiero resaltar hoy “Un día perfecto” de la extremeña María Carvajal.
María toma su título de una conocida canción de Lou Reed (“Just a perfect day”), un día “sin facturas, sin llamadas telefónicas / sin sartenes por fregar, sin paracetamol”. Un día en el que la autora va transitando por diversos temas como son el amor, la nostalgia, la denuncia social o el paso del tiempo. Un día con mucha y buena música: además del mencionado Reed aparecen entre los versos El Niño de Elche, Chavela Vargas o la Joleene de Dolly Parton, que tenía la sonrisa como un soplo de primavera. Un día donde importan los detalles: un “te quiero” pintando en un muro de un polígono industrial en “Amor – Delito”, la vida en un patio andaluz de “Amar el mar”, el canto de los pájaros y el pan y las mimosas del poema “No sé”. Y frente a esa pequeñez el miedo a la enormidad: los prejuicios, la inflexibilidad, las multinacionales, las farmacéuticas, las guerras, los cadáveres en las cunetas…
Dice María Carvajal que “desde Cáceres no se ve el mar” aunque ella ha conseguido con sus versos llevar el mar hasta Cáceres. Porque el mar, querida María, quizás resida en los pequeños detalles: en los pequeños versos que garabateamos, en los pequeños libros, en el amor que le ponemos a nuestras pequeñas conquistas, en nuestros pequeños días perfectos.
“Un día perfecto”, de María Carvajal pertenece a la colección “Las hojas del baobab” y está editado por stabil&studillo editores.