(Firma: Sara Domínguez) Cepillarse los dientes después de cada comida o usar la seda dental son las prácticas más conocidas para mantener una buena salud dental y lucir una dentadura sana y bonita. Sin embargo, existen otras que, a pesar de tener menos relevancia a nivel general, ayudan a conseguir este propósito.
Una de ellas es el uso de un buen irrigador dental. En la web irrigadordental.shop ofrecen la mejor guía de compra de irrigadores dentales y en ella ofrecen claves para mejorar la higiene bucal, conseguir unos dientes más blancos y hacer desaparecer del primer tramo del aparato digestivo todas esas bacterias que producen mal aliento.
¿Cómo funciona un irrigador dental?
Los irrigadores dentales estamos habituados a verlos en la consulta del dentista o el odontólogo. Son esos aparatos que sirven para aplicar un chorro pulsátil de agua u otra solución a presión entre la encía y el cuello del diente para limpiarlos en profundidad.
Esta técnica, combinada con el cepillado permite conseguir mejores resultados de higiene. La clave, como también ocurre con el hilo dental, es que el agua a presión llega a esas zonas a las que el cepillo no puede acceder, para así arrastrar con más éxito la placa bacteriana.
El irrigador dental tiene una doble función, pues además de actuar como instrumento limpiador, estimula las encías. La zona del borde de las encías, el área interdental o la misma superficie de los dientes, en ocasiones no son bien tratadas por el cepillo.
Así, aplicar una buena irrigación dental ayuda a combatir la aparición de caries, la descalcificación de la superficie del esmalte, el mal aliento, el sangrado e inflamación de las encías y permite la limpieza y el cuidado de coronas, implantes dentales, aparatos de ortodoncia, puentes fijos o extraíbles, fundas…
Hasta hace unos años, los irrigadores dentales solo estaban presentes en el ámbito profesional, pero la salud dental ha ganado tanta importancia que en el mercado encontramos ya estos instrumentos de carácter doméstico, para ser utilizados de manera habitual e incorporar esta técnica a los hábitos bucodentales diarios.
¿Cómo conseguir una buena higiene dental?
La higiene dental, tan importante a nivel de salud como desde un punto de vista estético, solo es completa si se siguen todos estos hábitos: cepillado, hilo dental, irrigador dental y colutorio.
Esto no significa que cada vez que una persona acuda a cepillarse los dientes tenga que realizar todo el proceso descrito, sino que hay que incorporar esos hábitos de manera periódica. Así, el uso del irrigador dental solo es recomendable en casos de sufrir enfermedades periodontales.
La seda dental está igualmente desaconsejada en determinadas situaciones y el colutorio, el enjuague bucal, debe utilizarse siempre siguiendo unas recomendaciones. Por supuesto, la base es un buen cepillo que se adapte fielmente a las necesidades individuales de cada persona y una pasta de dientes con sabor y textura agradable, para que este hábito diario sea bienvenido.
Los alimentos más recomendables para mantener una buena salud bucodental
Más allá de las técnicas de salud bucodental mencionadas, los alimentos que elegimos y la frecuencia con la que los ingerimos afectan a nuestro estado de salud general, y consecuentemente, al de nuestros dientes y encías.
Tomar dulces y bebidas azucaradas puede desembocar en caries o llevar una dieta carente de ciertos nutrientes puede hacer que los tejidos del aparato bucal, como las encías, no resistan determinadas infecciones.
A esto se suma una correcta asimilación de los alimentos. No debemos olvidar que el proceso de convertir los alimentos en nutrientes comienza desde la salivación, de ahí que sea recomendable acudir a alimentos en el día a día que favorezcan este proceso.
Una dieta equilibrada, junto con una correcta higiene dental, es básica para desarrollar unos dientes fuertes y resistentes a las caries y problemas que afectan a las encías. Esto ayuda también a conseguir una mejor sonrisa.
Entre los grupos de alimentos más aconsejables para mejorar la salud bucodental destacan la leche y sus derivados y las frutas y verduras. En el caso de los lácteos, la presencia de calcio ayuda a reforzar el esmalte dental y proteger a los dientes del desgaste, pero hay que vigilar con estos alimentos las posibles intolerancias.
El queso ayuda a reforzar la superficie de los dientes, y el yogur aporta calcio, fosfatos y caseína. Lo ideal es tomar estos alimentos sin azúcar añadida. Todos los lácteos son muy ricos en proteínas.
En cuanto a frutas y verduras, son especialmente recomendables las manzanas, las zanahorias y el apio, pues tienen un efecto barrido sobre la placa bacteriana. Esto ayuda a limpiar los dientes y contribuye a que las encías no se inflamen.
De manera general, las frutas y las verduras son alimentos muy asimilables que se pueden consumir cruda o con poca cocción, evitando así perder muchas de sus propiedades. La salivación que producen estos alimentos actúa como agente bacteriano e inicia el proceso de asimilación.