Toda empresa que se precie de serlo, por pequeña que sea, debe tener bien definida una estrategia de marketing. Dicho así, para cualquier autónomo o pyme, puede resultar inalcanzable pero en el fondo todo es más sencillo. Una estrategia de marketing no es otra cosa que los objetivos que nos marcamos como empresa: qué ofrecemos, cuáles son nuestros potenciales clientes y cómo llegamos a ellos.
Una vez tenemos claro qué queremos ya solo nos queda ponernos manos a la obra y darnos a conocer en el caso de que seamos una empresa de nueva creación o llevemos poco tiempo en el mercado. Si estamos ya asentados y con años de experiencia, por otro lado, la meta será hacer que nuestra marca tenga una presencia y un reconocimiento fácil de ver por cualquier potencial cliente.
Acudir a ferias o eventos promocionales del sector en el que nos movemos es algo fundamental: lo que no se conoce no existe, eso de que ‘el buen paño en el arca se vende’ es un refrán que podría valer para el siglo XIX pero que se ha quedado claramente obsoleto. Y si has conseguido que tu producto esté ya en el mercado, procura que no se olviden de él. Es lo que las agencias de marketing llaman publicidad de reforzamiento. Coca-Cola, por poner un ejemplo, es conocida en el mundo entero y no por ello deja de publicitarse.
Una de las fórmulas promocionales más utilizadas en los últimos años por su gran efectividad y sus excelentes resultados son los lanyards personalizados, que han demostrado ser muy útiles en cualquier estrategia de marketing. De ahí el uso que hacen múltiples compañías que, lejos de ser algo agresivo y forzado, llega a nosotros de una manera natural. ¿Qué es un lanyard? Pues es una cinta de tela o material flexible similar que nos colgamos generalmente en el cuello y en el cual se puede colocar desde una simple tarjeta a un USB, un móvil o unas llaves.
Su uso inicial fue en el mundo militar para llevar armas o en montañismo para diferentes utensilios pero hoy en día proliferan en ferias y congresos, en grandes festivales de música, oficinas o en exposiciones, de ahí el valor añadido que pueden aportar a nuestra marca, puesto que tienen un uso individualizado, lo que acaba suponiendo un proceso de mayor de identificación al con nosotros, de ahí el uso que hacen de los mismos los partidos políticos en elecciones, actos públicos o congresos.
Su uso se ha extendido tanto por su eficacia como por la excelente relación entre su precio y resultado final. Su diversificación ha llegado a un extremo tal que los hay con distintas formas, colores, con la posibilidad de personalizarlos con diversos tipos de impresión… Aunque lo normal es encontrar lanyards lisos y planos para que la marca se pueda colocar en la cinta de manera sencilla. También se fabrican con forma de cordón cilíndrico e independientemente de su forma pueden tener diferentes composiciones, dependiendo de las tonalidades y forma del logo de nuestra empresa.
El poliéster es uno de los materiales más comunes aunque es fácil encontrar lanyards personalizados con fibras naturales como el algodón. Hay tres técnicas para hacer el marcaje: la primera es la sublimación, la segunda es la impresión digital o serigrafia y también podemos contar con una tercera, más durable, que son los lanyards tejidos. Cada tipo de personalización nos dará un tiempo de vida útil ya que, según la fórmula que elijamos, nos encontraremos con que su desgaste puede comenzar a partir de los tres o los cinco años.
Aunque podemos contar con los tres tipos de impresión que comentamos, la fórmula que eligen normalmente todas las empresas para customizar sus lanyards es la técnica de estampación de transferencia. El logo queda perfecto alrededor de la cinta y la marca es más reconocible. Todo a un precio muy económico, lo que posibilitará una compra de grandes cantidades y, consiguientemente, una multiplicación de los impactos visuales de la marca.
La impresora que se utilice por la empresa que se contrate para hacer los lanyards es la pieza clave de la línea de producción. Si lo que se busca es la mejor relación calidad/precio, el método más utilizado por los fabricantes es la impresión por pantalla, pero no podemos olvidarnos de la sublimación de tinta y el estampado en caliente. El método que se elija dependerá en gran medida del uso que se piense va a tener el lanyard. El estampado en caliente es el método más barato y la sublimación de algo más costoso. Ambos tienen una buena duración en el tiempo y, como los dos llevan tratamiento por calor, la resolución del logo es muy alta. Sencillamente, la elección dependerá del resultado final deseado.
Lo cierto es que, en la actualidad, se ha avanzado muchísimo con las nuevas tecnologías, por lo que la producción tanto con distintas formas como tipos de marcaje se han multiplicado. Todo dependerá de lo que estemos buscando y de la capacidad empresarial del promotor. Las herramientas que se utilizan para hacer lanyards cada día se están volviendo menos complejas, aunque no debe olvidarse que la mayor calidad para una producción personalizada se encontrará con máquinas de tamaño industrial y acudiendo a empresas asentadas en el sector. Hacer una buena elección del distribuidor acabará siendo clave en el resultado final porque actualmente hay una multitud de distribuidores en todo el mundo que ofrecen todo lo que se necesita en lo que a lanyards se refiere.
En lo que respecta a las medidas, la variedad de estas cintas para acreditaciones en el mercado es prácticamente casi infinita en lo que al largo se refiere, y cada empresa debe ajustar la medida con arreglo al uso que vaya a dársele. Sin embargo, sí que se debe tener muchísimo cuidado con el ancho, que debe ser aquel que mejor se adapte a nuestro logo y marca, algo que ocurre exactamente igual para el color.
Por último, comentar que el material más empleado por su relación precio-resultado para la imagen de marca es el polyester, que permite una impresión más conveniente al ser más liso y la imprimación se puede realizar con algo más de detalle. En cuanto a los colores, la clave estará siempre en la tonalidad más destacada del logo, de manera que la cinta no ‘se coma’ al logo de la marca, sino al revés, que lo refuerce. De ahí que en
cualquier lanyard se recomiende el uso de dos colores.