Mientras el mundo se enfrenta a la pandemia del coronavirus y cambia de forma drástica sus hábitos de consumo, nos preguntamos cómo la situación actual afecta a las personas que hacen nuestra ropa. La moda es uno de los sectores más golpeados por esta crisis ya que en tiempos de coronavirus, nadie piensa en renovar el armario o comprarse un vestido con estampado floral para salir a la calle esta primavera. Esto nos parece un sueño lejano. Como mucho, se buscan mascarillas de tela bonitas para protegerse del virus con estilo.
El impacto económico resultante del confinamiento es tremendo para las empresas del sector retail en España, en especial las pequeñas y medianas tiendas, pero golpea de forma aún más fuerte a los trabajadores de la industria textil en todo el mundo. En la cadena de suministro de la moda, son las personas más vulnerables y las que peor sueldo reciben.
En Bangladés, las fabricas del sector textil que emplean a cuatro millones de personas, están sufriendo las consecuencias del parón mundial. Millones de pedidos han sido cancelados sin estar pagados, dado que las grandes marcas de la moda pagan meses después de haber realizado el pedido y el fabricante local debe asumir los costes de materiales y de mano de obra. En consecuencia, hemos asistido a un éxodo masivo de trabajadores, abandonando las ciudades para volver a sus pueblos natales. Según los últimos datos publicados por la asociación de fabricantes de ropa de Bangladés, se estima que en el país más de 2 millones de trabajadores han perdido su empleo. La mayoría de estas personas no tienen acceso a redes de seguridad social o financiera para ayudarlos a capear esta tormenta y se encuentran en situaciones de gran precariedad. En muchos casos, las fábricas no tienen más remedio que destruir o retener los bienes no deseados ya fabricados y despedir a sus trabajadores en masa, dejándoles sin paga.
El Worker Rights Consortium hace un seguimiento de las marcas que se comprometen a pagar los pedidos ya realizados. Por ejemplo, empresas como UNIQLO, Inditex, Nike y H&M han anunciado que pagarían a sus proveedores mientras otras marcas aún no se han pronunciado o incluso piensan dejar colgados a los fabricantes de ropa. ¿Qué pasará con los trabajadores de estas empresas? Quizás, sea el momento para nosotros de plantear un cambio de hábitos y promover una moda más responsable y solidaria. El consumidor tiene mucho más poder del que se cree y con sus decisiones de compra, puede influir sobre el comportamiento de las marcas. La crisis del coronavirus podría, o incluso debería, hacernos reflexionar sobre la sociedad que queremos para el futuro.