Con motivo del Día de la Madre, que se celebra este domingo, 3 de mayo, la Unidad de Igualdad y Atención a la Diversidad de la Universidad de Huelva (UHU), dependiente del Vicerrectorado de Planificación Estratégica, Calidad e Igualdad, ha querido poner de manifiesto la importancia que está jugando la mujer en la pandemia de COVID- 19. Así lo recoge un informe realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que asegura que las mujeres se sitúan en el centro de la lucha contra el coronavirus. Una crisis que, por otra parte, está dañando la salud y el bienestar socioeconómico en todo el mundo a nivel general, pero que tiene al colectivo femenino en el epicentro de esta problemática.
Tal y como expone la directora de Igualdad y Atención a la Diversidad de la UHU, Cinta Martos, “las mujeres se encuentran en el centro de la lucha contra el COVID-19. Para empezar, porque la mujer juega un rol fundamental en la respuesta sanitaria que se está dando al virus. Se estima que, a nivel global, casi dos tercios de la fuerza laboral en el área de salud está constituida por mujeres. No hay que olvidar que casi el 85% de la profesión de enfermería en 104 países del mundo es mujer. Por tanto, son las mujeres las que ahora están en esa primera línea, lo que provoca que sea un colectivo con mayor riesgo de infección”.
En segundo lugar, el incremento del teletrabajo también ha afectado de forma especial al colectivo femenino, que encuentra serias dificultades de conciliación a la hora de compatibilizar la jornada laboral con el cuidado de la familia, dado que “las mujeres somos las que, fundamentalmente, llevamos la carga doméstica, con lo que, a las horas de trabajo, hay que sumarle el cuidado de los hijos y del hogar. Un problema de conciliación que se está agravando aún más al estar cerradas las guarderías y los colegios, por lo que los niños están en casa y hay que estar más pendientes de ellos”.
Nuevas situaciones provocadas por la pandemia que se suman a las desigualdades de género ya existentes y de larga trayectoria. Según explica la responsable de la Unidad de Igualdad de la UHU, “todo el trabajo no remunerado que realizamos las mujeres, con la carga mental que ello conlleva, se acentúa en este periodo de confinamiento. Tan sólo hay que tener en cuenta una actividad esencial como hacer la compra, que provoca la necesidad de planificarla para ver con quién se quedan los hijos o guardar las estrictas medidas de seguridad por el miedo que supone el salir a hacer la compra y regresar luego a casa por las posibilidades de contagio”.
Del mismo modo, otra de las grandes repercusiones del COVID-19 en la mujer es la pérdida de trabajo e ingresos. Y es que, si se piensa en términos económicos, el colectivo femenino ocupa un lugar mayoritario en sectores seriamente afectados, como sucede con el servicio doméstico o las empleadas encargadas del mantenimiento y limpieza de hoteles. Por todo ello, el aumento del paro está siendo más significativo en el ámbito femenino que en los hombres, frente a lo que sucedió en la crisis de 2008, que influyó más en sectores masculinizados, como la construcción y las manufacturas, si bien, estos empleos se recuperaron con más rapidez que los feminizados.
Por todo ello, desde la Universidad de Huelva se ha querido llamar la atención sobre el impacto de la crisis económica que desencadenará el COVID-19, pues afectará de forma diferente a hombres y mujeres. Por ejemplo, las brechas salariales de género que ya existían con anterioridad a la crisis generarán una mayor vulnerabilidad para las mujeres. Porque, como se ha expuesto, las actividades económicas más afectadas serán las feminizadas, como sucede con los empleos relacionados con los cuidados, el transporte aéreo, el turismo, la venta al público y los servicios de hotelería.
Por otra parte, hay muchas más mujeres que hombres en todos los países del mundo trabajando de manera informal, lo que llamamos economía sumergida. Para Martos, “las mujeres son la cara de la precarización de nuestro mercado de trabajo y ello hará que la crisis les golpee con más fuerza. Los/as autónomos/as y pymes están en el centro de la crisis actual, puesto que serán las más afectadas por la interrupción en la cadena de suministro. Y muchas de las pequeñas pymes están dirigidas por mujeres, lo que sugiere que están expuestas a mayor riesgo de cierre al enfrentar períodos extensos con reducidos o nulos ingresos”.
Violencia de género
Pero si hablamos de la repercusión de la pandemia de COVID-19 en la población femenina, sin duda, una de las cuestiones más preocupantes se refiere a las víctimas de la violencia de género. Porque, como aclara la directora de la Unidad de Igualdad de la Onubense, “las mujeres que son maltratadas están conviviendo con sus maltratadores, lo que aumenta potencialmente su situación de vulnerabilidad, dado que, en el confinamiento, es más difícil pedir ayuda por las restricciones de movimiento y, por supuesto, es más complejo denunciar al ser más ‘fácil’ para el agresor ejercer el control sobre su víctima, alejarlas del mundo exterior e, incluso, controlar sus dispositivos móviles a través de los que puede pedir ayuda. Es cierto que todavía es pronto para hablar de datos, pero, como expone el informe de la OCDE al que hemos aludido anteriormente, los estudios de los Servicios Sociales que se están haciendo en China y en otros países aseguran que, en estos tiempos de crisis, la violencia, sobre todo hacia la mujer y los niños, está aumentando. Una situación que ya se repitió durante otras pandemias, como sucedió, por ejemplo, con el brote de Ébola en África Occidental en 2014, o tras desastres naturales. Y no sólo la violencia de género, sino también la violencia sexual”.
Al respecto, Cinta Martos añade que, “en muchos casos, esta crisis incrementa las situaciones de violencia. La cancelación de eventos, -como sucede con los partidos de fútbol-, y la clausura de espacios sociales, como los bares, combinado con el cierre de escuelas y la aplicación estricta de las medidas de cuarentena, a menudo aceleran las frustraciones y las tensiones en el hogar, provocando un aumento de los casos de violaciones y violencia de género, que no solo se limita al entorno familiar. No en vano, los estudios afirman que 1 de cada 3 mujeres sufre a lo largo de su vida algún tipo de violencia. La crisis generada por la pandemia lo acentuará”.
Otra forma de violencia de género que se prevé que se incremente en este contexto es la violencia económica debido a que, como se ha expuesto, las mujeres verán seriamente afectados sus empleos por esta crisis, haciéndolas más vulnerables a este tipo de violencia. El control económico es una herramienta clave en los abusadores y maltratadores. Según comenta Martos, “si las mujeres no denunciaban porque dependían económicamente de su pareja, esta crisis, donde la mayoría de las mujeres, además, se están quedando sin empleo, todavía hará que denuncien menos. Y es cierto que hay un descenso en las denuncias de violencia de género, pero, al mismo tiempo, las llamadas al 116 han aumentado un 47% con respecto a 2019. Llamadas que, en la mayoría de las ocasiones, plantean dudas referidas a la custodia de los menores y los cambios de vivienda. Situación que, sin duda, se verá reflejada cuando pase la pandemia”.
Siendo así, la directora de Igualdad puntualiza que, “aunque ya se están haciendo muchas campañas, se están poniendo muchos recursos a disposición de las mujeres, es verdad que tendremos que hacer una atención mucho más integral desde los Servicios Sociales, la Salud, la Educación…, para tener en cuenta cómo va a afectar esta pandemia a las mujeres”.