(Firma: Emilio Marín) El discurso del presidente del PP en el Congreso de los Diputados, en réplica al líder de Vox, fue valiente, duro y sorprendente. La moción de censura al gobierno por parte de Santiago Abascal estuvo cargada de insultos, embustes y como dijo el portavoz del PNV, Aitor Esteban, de patochadas.  Lo más destacable es que esta moción de censura estaba condenada al fracaso, pero el lenguaje bajo y lleno de odio por parte de Vox, no debería tener lugar en sede parlamentaria. Es penoso y mas en un momento como este en que un millón de españoles se encuentran contagiados por culpa del Covid-19. “Hace décadas –dice José Mújica, ex presidente de Uruguay- que en mi jardín no cultivo el odio. El odio termina estupidizando, porque nos hace perder la objetividad frente a las cosas”.

Como decía, el discurso de Casado fue sorprendente. Por primera vez marcó una frontera entre derecha y extrema derecha, al igual que lo hace en Francia el presidente Macrón con el Frente Nacional o la canciller  Ángela Merkel con Alternativa por Alemania. Pero ¿es creíble este giro estratégico? o ¿es simplemente un paripé o postureo para consumo interior o satisfacción de Bruselas?

No se concilia esta estrategia de Pablo Casado, cuando al mismo tiempo mantienen una relación entrañable con Vox en los gobiernos autonómicos de Andalucía, Madrid y Murcia. Sin el apoyo de Vox estos gobiernos se derrumbarían. ¿O acaso cabe tener un discurso en Madrid y otro suave fuera del Parlamento? ¿O de nuevo anda perdido y busca al zahorí que le lleve al centro? Al centro no lo sabemos, pero a la confusión de sus electores, sí.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha dejado atrás la pretendida reforma del Consejo General del Poder Judicial, y ha abierto la puerta a negociar con el PP la composición del mismo, en funciones desde hace dos años. Así como otras instituciones del Estado. Esta será la primera prueba para comprobar si este giro es cierto o un paripé.

El otro y más importante es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el 2021. No podemos ver como se prorrogan un año tras otro. Bruselas lo espera. Y también los españoles.