(Firma: Carmen Ramos) “La poesía no es para mí, ¿por qué no escribes una novela?” Si me hubieran dado un euro cada vez que alguien me ha dicho esta frase en los últimos diez años, hubiera ganado más que con los derechos de autor que generan mis libros. Y es que hay gente que escucha la palabra “poesía” y tuerce el gesto. “¿De qué va tu libro?” y yo respondo que es de poesía y a veces hasta notas el respingo. Poesía, uy que cosa más difícil. Llega hasta tal punto el temor por la poesía, que puedes distinguir una tienda de libros de una buena librería por el lugar que ocupan los libros de poesía en sus estanterías. En las primeras suelen estar al fondo del todo, en una esquina junto a los libros de teatro y los cómics. Sin embargo, en las buenas librerías están junto a las novedades, sus libreras y libreros te recomiendan a otros autores similares que pueden gustarte y cuando pagas el libro te miran con cara de “esta es de las nuestras”.
Y es que todos nuestros prejuicios hacia la poesía vienen normalmente asociados a nuestra capacidad de entendimiento. Nosotros, homo sapiens que caminamos erguidos y tenemos un cerebro de 1.200 centímetros cúbicos de capacidad, que hemos pisado la Luna, descifrado el genoma humano e inventado los robots de limpieza, queremos comprenderlo todo. Queremos leer un poema y saber si ese día quien lo escribió estaba triste o alegre, si estaba enamorado o sufría de desamor, si comió lentejas o cocido. Y no, la poesía no va de eso. Al menos la buena poesía. “El poeta es un fingidor”, que decía Pessoa, que de esto entendía algo. Y puedo aseguraros que incluso entre quienes nos abonamos a lo que se denomina poesía de línea clara, fingimos cuando escribimos.
Es tanto el miedo que le tenemos a la poesía, que no tengo más remedio que aplaudir la apuesta tan valiente (y tan bella) que ha hecho la editorial onubense “El Libro Feroz” al publicar “Arrodillarse en la boca crispada de las hadas” de Sofía Sánchez. Un libro que para empezar contiene un estudio sobre ciencia y magia, una obra de teatro y un poemario. Sofía es mexicana y vive y estudia en Sevilla. También lee el tarot, es editora y escribe. Toda esta mezcla está presente en este libro, creando un mundo propio y genuino.
“Arrodillarse en la boca crispada de las hadas” te supera desde el título, que es un verso de Michel Bulteau citado en un poema de Mario Santiago Papasquiaro. El prólogo en el que la autora trata de unir ciencia, poesía y magia, construido como un artículo científico incluyendo incluso bibliografía, citas, referencias ya te dan una idea de que Sofía tiene un dominio del lenguaje al alcance de muy pocos. Conoce las palabras, las quiere, las pone en donde ella quiere que estén y las comparte. Al terminar de leer esta primera parte ya tienes la sensación de que tienes que tirar los remos al agua, porque no te van a servir de nada.
La obra de teatro, que comparte título con el libro, tiene como personajes a los arcanos del tarot. Sucesivamente La Sacerdotisa, La Muerte, El Loco, La Luna, El Mago y La Mujer van apareciendo en escena entablando un diálogo a veces febril, a veces absurdo, pero siempre cargado de poesía. En ciertos momentos su lenguaje y su puesta en escena me recuerda a la maravillosa y surrealista “El público” de Lorca y otras me trae ecos del mejor Antonio Gala. Las delicadas ilustraciones sobre el tarot de Florencia Guzzo ofrecen un contrapunto a todo este derroche que Sofía ha puesto sobre la mesa.
EL LOCO. – Soy el eterno viajero
y estoy incendiado
por dentro.
Así, como El Loco, sin remos y con la barca media destrozada llegamos a “Arcano Infinito”. Construido como un poemario convencional, la autora sigue apostando por un lenguaje muy pegado a los sentidos. En él podemos encontrar citas de otros autores, canciones, flores, comidas, cuadros, viajes de ida y vuelta… Tal cual, como el cambalache que es nuestra cabeza. ¿Es posible entender lo que Sofía nos quiere decir en sus poemas? Pues sí, de la misma manera que entendemos lo que cada día se cuece en nuestro cerebro. Porque la poesía no necesita ser entendida, necesita ser sentida. Lo importante es encontrar ese espacio común en el que autor y lector alguna vez, en algún lugar real o imaginado, hemos coincidido. Leer ese verso y sentir un calambrazo. Yo hay días que ni me aguanto ni me entiendo, por eso he sonreído y he subrayado este verso de este libro:
Qué insulsos los poemas felices,
pero qué necesarias las poetas contentas.
“Arrodillarse en la boca crispada de las hadas”, de Sofía Sánchez e ilustrado por Florencia Guzzo está editado por “El Libro Feroz” dentro de su colección “Poesía Feroz”.