Apenas hemos comenzado el año y cabalgamos sobre febrero y seguimos con el virus pegado en el aire. Nuevas y viejas medidas para evitar su expansión y el ciudadano se cansa de la falta de responsabilidad de un colectivo, la sociedad toda, que no responde de forma contundente para su derrota. Un personal sanitario, unido y extenuado que, junto a la vacuna, son nuestra esperanza de futuro. No debemos afligirnos ante tantos catastrofistas, conspiranoicos y trumpistas, cuyo objetivo es la destrucción social. Debemos apoyarnos en dos columnas: flexibilidad y fortaleza. Y fijarnos con la mirada limpia en los que cada día ayudan con su esfuerzo y su trabajo para que todo marche: tiendas, supermercados, correos, servicio públicos como empleados de limpieza, de autobuses, estancos, camareros, farmacias , colegios, librerías, seguros, bancos, policía, bomberos… todos los elementos de un estado moderno y estructurado.
Por ello, ahora que somos dueños de las horas en exceso, al calor del hogar, solos, o con la familia, y los amigos al otro lado del teléfono, de los chats, del ordenador y otros elementos de la comunicación, reflexionamos: todo esto que tenemos en nuestro lado, y nos hace la vida menos penosa, es porque la sociedad funciona y queremos que funcione. Porque hay quien aporta y suma.
Es tiempo de madurez y de utilizar las herramientas con las que hemos aprendido en esta guerra, llena de personas que no conocemos, iguales a nosotros, que luchan como lo han hechos otros ante difíciles adversidades. Y tengo que recordar aquí las palabras de Albert Camus que nos consuelan: “En el hombre hay más cosas admirables que despreciables”.
Por eso cada mañana se abre un horizonte nuevo, que no está escrito y cada mañana en Huelva siempre sale el sol, aún cuando en las primeras horas aterricen nubes y algunas gotas. Que también llegan a las playas que nos esperan. Porque no hay nada decidido, nada definitivo, como dice el Poeta del Conquero:
No hay nada definitivo
el mundo no se acaba
mientras estés vivo.
Al despertar, pongamos la mirada alta y abierta, lanzada al horizonte.
EMILIO MARÍN
1 comentario en «DESDE EL CONQUERO: Tiempo de madurez»
Estamos de acuerdo. Siempre fue así y lo seguirá siendo: En la UNIÓN radica la FUERZA. Y con la FUERZA de la UNIÓN, el LOGRO.