17 noviembre 2024

Una finca de Chucena se convierte en un paraíso para los erizos

El proyecto de ‘Mujeres por Doñana’ usando burritos y gansos para evitar el uso de glifosato y otros venenos en una finca de Chucena, ubicada en el entorno del Parque Nacional de Doñana, ha conseguido multiplicar el número de erizos en la zona.

Los burritos conviven en paz con los erizos.
Los burritos conviven en paz con los erizos.

Hace unos meses, los medios de comunicación se hicieron eco de que un grupo de mujeres ecologistas estaba llevando a cabo en una zona del entorno de Doñana un proyecto usando un grupo de asnos y otro de gansos para, de esta forma tan natural, desbrozar la hierba en un viñedo y un olivar de casi 10 hectáreas.

El objetivo era desterrar el uso de los herbicidas que contienen glifosato y que, según estas ecologistas, son la mayor amenaza para la avifauna de esta zona tan sensible y castigada.

El peligro que ocasionan los focos de gripe aviar detectados en Huelva y la especial incidencia de esta epidemia en ánsares y gansos las ha llevado a mantener a estas aves confinadas hasta que la Oficina Comarcal Agraria de la zona determine que no existe peligro. De esta forma son los asnos los que, en exclusiva, están desbrozando los cultivos.

Cada día, los burritos se comen de forma controlada toda la vegetación que va brotando y, de esta forma, en solo este periodo de tiempo, la finca se ha convertido en zona segura para todo tipo de insectos, reptiles y sobre todo aves.

Pero la mayor sorpresa, comenta Cristina Mariño, coordinadora de Mujeres por Doñana, ha sido la llegada de una gran cantidad de erizos. “Hacia años que no los veíamos en la zona y ahora se les puede observar tanto de noche como de día recorriendo la zona y buscando alimento entre las viñas”, asegura.

La protección de los erizos no se reduce a la finca protegida. También, y gracias al perro ‘Willow’, se recuperan erizos de las fincas agrícolas cercanas cuando los restos de poda de olivos y sarmientos se agrupan para triturarlos con tractores de desbroce. Y es que muchos erizos escondidos en estos restos morían de una forma horrible… pero ‘Willow’ los detecta a más de 25 metros, por lo que después de ser ‘salvados’ son reubicados en zonas seguras.

Los erizos de tierra son un verdadero barómetro para conocer la calidad ambiental de un terreno o zona. Son muy sensibles a los venenos, ya que pueden verse directamente afectados por ellos. También la eliminación de los insectos y pequeños invertebrados, que son la base de su dieta, les impide vivir y repoblar ambientes donde se usa el glifosato.

Dos especies de erizos

Normalmente, en España viven dos especies de erizos: el europeo y el moruno.

Miden unos 25 centímetros, puede alcanzar el medio kilo de peso, sus hábitos son normalmente nocturnos y, en la actualidad, su número disminuye día a día, incapaces de soportar la agricultura intensiva y el consiguiente uso de venenos y herbicidas que esta práctica ha normalizado en nuestros campos.

“Estamos recibiendo visitas de medioambientalistas, fotógrafos y curiosos, que acuden a visualizar a estos pequeños amigos repletos de púas. Los erizos son, normalmente, difíciles de observar, pero aquí han encontrado su paraíso y aceptan mejor la presencia humana”, explica Cristina Mariño.

También están preparando un recinto para acoger a erizos heridos o enfermos de cara a su recuperación.

El grupo ‘Mujeres por Doñana’ trabaja de forma coordinada con la Asociación El Burrito Feliz y ya está preparando nuevos proyectos de protección real para otras especies.

Dentro de un mes presentaran a la Delegación de Medio Ambiente, Agricultura, Pesca y Desarrollo sostenible un proyecto de protección y apoyo a determinadas especies de aves que necesitan programas específicos para no desaparecer, definitivamente, de estos entornos.

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