Con la luna llena por testigo La Palma del Condado vivió este viernes una noche memorable y hermosa Noche Blanca de la Cultura y el Vino. Muy esperada porque dos años sin celebrarse es mucho tiempo para reencontrarse con las tradiciones.
Tradiciones que tiene como eje central el vino y por eso, el inicio de esta Noche Blanca no puede ser otro que un brindis. Un brindis por la salud, por las amistades, por los reencuentros. De esta manera, el alcalde, Manuel García Félix, alzó la copa por el bien común. Brindó con todos, con la corporación, con bodegueros, y con todas las gentes allí presentes, palmerinos y foráneos.
El amplio programa de actividades hizo que las calles del pueblo fuera un hervidero de gentes yendo y viniendo, consultando la extensa programación, desplegando el plano de la ciudad en un intento de organizarse para no perderse nada. Por eso, para facilitar el desplazamiento a cada uno de los lugares de interés, el consistorio palmerino dispuso un tren turístico con parada en las bodegas, abiertas de par en par para mostrarse como nunca: con música en directo, con exposiciones, con visitas guiadas.
Muy aplaudido fue el concierto que ofreció Pedro El Granaíno en la plaza de España, un recital flamenco donde la jondura y el quejío de su garganta se fundieron para dar como resultado no una simple sucesión de palos flamencos, sino una entrega total en cada cante.
Testigo de su arte la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista que acogía en su interior una muestra de orfebrería del Bicentenario de la Hermandad del Santo Entierro. Los amantes de las exposiciones y el arte tuvieron también la oportunidad de admirar el ajuar del Niño Jesús de la Virgen del Valle, en la Iglesia de su mismo nombre que cobija a la Patrona palmerina, lugar perfecto para escuchar a la Coral Polifónica Municipal de La Palma del Condado que puso sus sones celestiales en ese marco inigualable construido a mitad del siglo XV.
Por primera vez participó en esta Noche Blanca el Centro Comercial Abierto Entreplazas, todos sus comercios abrieron con el reclamo de promociones especiales únicas en ese momento.
En los bares de la ciudad se pudo degustar una exquisita gastronomía donde el vino y el brandy estuvieron presentes en los ingredientes de las tapas que ofrecían.
Una noche, sin duda, muy especial donde La Palma se convirtió en escaparate monumental, de cultura y tradición vitivinícola, abriendo la puerta a sus encantos.