El reciente estudio elaborado por el Instituto Cerdà afirma que “el arándano es una de las especies de mayor crecimiento de la fruticultura mundial”. El informe destaca que “sin la aportación de la mejora vegetal, no hubiera sido posible en España el cultivo del arándano. De hecho, el 100% de la producción obtenida y de los ingresos generados entre 1995 y 2018 es gracias a la obtención vegetal”. Huelva tiene mucho que decir en este campo ya que el 97% del arándano que se cultiva en España procede de los campos onubenses.
Gracias a la investigación llevada a cabo por los mejoradores vegetales un cultivo propio de climas fríos se ha podido adaptar a las condiciones de temperatura y humedad de lugares cálidos como ciertas regiones del sur de Europa. En este sentido, Elena Sáenz, directora de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE), explica que “se han logrado plantaciones de arándano en latitudes y tipos de suelos que hasta hace muy pocas décadas hubieran resultado insospechados. Esto, en gran medida, ha sido posible gracias a la selección de nuevas variedades adaptadas a casi todo tipo de climas y a las nuevas técnicas de cultivo”.
El arándano se caracteriza por sus bayas de color oscuro a las que se les atribuye un alto valor medicinal y nutricional, puesto que interfiere en el metabolismo celular humano y disminuye la acción de los radicales libres, asociados al envejecimiento, cáncer, enfermedades cardíacas y Alzheimer.
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetal (ANOVE) ha elegido la VI Jornada Técnica del Cultivo del Arándano que se celebra hoy en la Rábida, organizada por el Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Andalucía Occidental, para la presentación de los detalles de este estudio, que ha corrido a cargo de Lluís Inglada, director de Área de Territorio del Instituto Cerdá.
Aportaciones de la mejora vegetal en la producción del arándano
Andalucía es, con diferencia, la primera región productora de arándano de España y concretamente en la provincia de Huelva se concentra el 82% de la superficie cultivada y el 97% de la producción de arándano del país. Su cultivo se extiende a más de 3.000 hectáreas, en las que se recogieron 42.000 toneladas en el año 2018. Le siguieron a mucha distancia Asturias (300 hectáreas), Cantabria (200 hectáreas) y Galicia (150 hectáreas).
Teniendo en cuenta la superficie de cultivo, cabe destacar el incremento en la producción. Entre 1995 y 2018, se alcanzó una producción acumulada de aproximadamente 160.000 toneladas de arándano. En este sentido, Lluís Inglada señaló durante la presentación del informe que “la introducción de nuevas variedades ha supuesto una aportación anual de 10.812 toneladas de arándano entre estos años”. En España, la superficie total de cultivo de arándano se multiplicó por 6 entre 2012 y 2018. Según los datos recogidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción mundial alcanzó más de 800.000 toneladas en 2019, con casi 120.000 hectáreas sembradas.
Actualmente, el arándano cuenta con más de 300 variedades diferentes en la Unión Europea y es uno de los cultivos con mayores perspectivas de crecimiento en un futuro próximo. Distintos estudios de mercado indican que, en Europa y en España, el consumo de arándanos se multiplicará por cuatro, pasando de los 0,180 kilos actuales a casi un kilo por persona y año. España ya lidera la producción en Europa, con más de 43.000 toneladas, lo que representa el 41% del total de la producción comunitaria. El rápido incremento de su consumo hace esperar que en los próximos años la producción mundial pueda duplicarse y alcanzar los 2 millones de toneladas anuales.
Exportación del arándano y aumento en la renta de los agricultores
España es el primer productor de arándano de Europa. Durante las últimas cinco campañas, casi toda su producción se ha destinado a la exportación. El 97% de las exportaciones fueron destinadas al continente europeo, con Alemania, Reino Unido y Países Bajos como los principales países de destino.
Por otro lado, según destacó Lluís Inglada, “el incremento de la superficie de cultivo asociada a la actividad del sector obtentor ha aumentado los ingresos de los agricultores entre 1995 y 2018 en 1.088 millones de euros. Esto supone una aportación a los ingresos anuales de 45 millones de euros al año como promedio”. Además, la actividad en el arándano por parte de los obtentores vegetales ha permitido en España la creación de 1.664 puestos de trabajo anuales durante este mismo período. El informe asegura que “este hecho ha contribuido al desarrollo del campo español y ha fijado población en los núcleos rurales”.
Mejora vegetal del arándano, sostenibilidad y bioeconomía
En los últimos años, se ha intensificado la actividad investigadora en el cultivo del arándano para adaptarlo a las condiciones climáticas de las distintas regiones del continente europeo. La inversión en I+D+i que realizan las empresas obtentoras españolas en el cultivo del arándano están enfocadas en mejorar la calidad de la fruta, mediante la mejora de aspectos como el incremento de la vida postcosecha, la firmeza o el sabor, además de abordar también la mejora de la productividad y el rendimiento del cultivo.
Según destaca el informe, esta inversión en investigación y mejora vegetal ha permitido un crecimiento exponencial, tanto de la producción como del consumo. Y es que las empresas dedicadas a la mejora vegetal están realizando un esfuerzo inversor muy importante. El año pasado invirtieron en España más de 100 millones de euros en I+D+i. Según datos de la Comisión Europea, este porcentaje supera proporcionalmente a la inversión en I+D de sectores como el automovilístico, farmacéutico, aeroespacial e, incluso, el de las tecnologías de la información.
El estudio del Instituto Cerdà afirma que “la obtención vegetal resulta clave para la alimentación y la economía y se torna imprescindible para mantener e incrementar la producción en el contexto de reducción de inputs”, exigido por la estrategia europea De la granja a la mesa (From farm to fork), que junto a la Estrategia sobre Biodiversidad para 2030, cuentan con un objetivo común: evolucionar el actual sistema alimentario de la UE hacia un modelo más sostenible. Para ello, se han establecido ciertos objetivos para 2030, como la reducción de fitosanitarios en un 50% o la disminución en un 20% del uso de fertilizantes.