Hace unos años, la tristemente fallecida, ecologista británica Wendy Clements comenzó a poner en marcha una serie de iniciativas de cara a mejorar la gestión medioambiental en el entorno del Parque Nacional de Doñana.
Ideas como ‘El burro va a la escuela’ o la Unidad de Burros Bomberos de Doñana, rápidamente se convirtieron en fenómeno mediático, y proyectos de referencia para otras muchas comunidades.
Una de las iniciativas que se quedaron pendientes fue el de poder poner en marcha un Santuario Animal diferente al simple concepto de recogida y adopción de criaturas domésticas. Un lugar donde realmente se llevarán a cabo acciones de recuperación y rescate de aves, mamíferos o, incluso, reptiles. Y que todo ello pudiera permitir la interacción real de, especialmente, la infancia, con aulas de herpetología y entomología, es decir la relación directa con serpientes, batracios e insectos beneficiosos para la agricultura.
De esta forma, Chucena se adelanta a las propuestas de la nueva, y en algunos casos controvertida, Ley de Protección Animal, y amplía la posibilidad de protección animal pero siempre dentro de parámetros basados en la lógica y de una defensa del bienestar animal sin confrontaciones con colectivos y respetando las tradiciones del mundo rural y sus habitantes.
Además, en breve presentaran a las instituciones una iniciativa para fijar población femenina a los espacios rurales en base al desarrollo de una proyección laboral mediante la gestión de alimentos ecológicos y cosmética natural.
El proyecto ya está funcionando y se ha conseguido la cesión de una finca de dimensiones enormes, con instalaciones y diversidad de ecosistemas que convierte este Santuario en, posiblemente, uno de los más extensos de España con más de 130.000 metros cuadrados. Extensión que podría aumentar en breve en base a la gestión que se está realizando al respecto.
Salas de reuniones, cuadras y almacenes servirán como infraestructura suficiente para, poco a poco, convertir este espacio de diversidad medioambiental en un polo de atracción de visitantes a esta comarca onubense.
La llegada de animales se va organizando pausadamente a medida que se van obteniendo los permisos exigidos por la Oficina Comarcal Agraria dependiente de la Delegación de la provincia
En estos momentos las voluntarias que trabajan altruistamente en el Santuario pertenecen al colectivo ecologista ‘Mujeres por Doñana’. Ellas han decidido instalar aquí el centro permanente de su organización.
Ya está en marcha, desde hace meses, un proyecto de desbroce de viñedos con el apoyo de asnos y gansos, una unidad de rescate de erizos afectados por los incendios forestales y un proyecto de aprovechamiento circular de los residuos agrícolas del viñedo y el olivar que ha despertado la atención de diversos medios de comunicación.
También están trabajando en una colonia para recuperar gatos asilvestrados, un centro de acogida de perros abandonados y una iniciativa para potenciar la vuelta a los campos de las abejas silvestres, verdaderas polinizadoras de la diversidad vegetal.
Pero uno de los objetivos más ambiciosos que se han marcado es aprovechar los enormes espacios del Santuario para poder acoger y ofrecer una existencia digna, disfrutando de la naturaleza, a especies provenientes de centros zoológicos clausurados o circos.
Por ultimo diseñan una propuesta que será un nuevo concepto encaminado a sustituir al de Granja Escuela y al que los escolares de la comarca puedan acudir, dentro de su programa de actividades extraescolares, a desarrollar actividades de protección animal y trabajo directo en los ecosistemas.
