Me han contado que hay un país en el que la mayoría de las leyes contentan únicamente a una parte cada vez más fraccionada, atomizada incluso y sus políticos están ajenos a los problemas de la gente, que no se siente representada por ellos; en el que la lengua oficial del Estado se violenta en algunas comunidades y los derechos de sus inmigrantes son objeto de discusiones.
Me dicen que, en ocasiones, se discrimina por razón de sexo y opinión (incluso persiguen a un rapero por la letra de algunas de sus canciones); que siguen manteniendo un acuerdo solo con determinada creencia religiosa y que la educación cada vez está menos al alcance de todos, las tasas universitarias son altas y en los niveles inferiores proliferan las empresas disfrazadas de instituciones educativas.
También me han comentado que hay un alto porcentaje de parados y que a la sanidad le está pasando como a la educación, porque los mejores profesionales se van a lugares donde se les respeta y se les paga mejor; que el IVA de la cultura ha costado años bajarlo desde el veintiuno por ciento y que la inversión en ciencia y tecnología se resiente y se resiste.
La especulación inmobiliaria vuelve a estar de moda, pero no todo el mundo tiene una vivienda digna y cubiertas sus mínimas necesidades vitales; su jefe de Estado, que tiene que ser varón, no puede ser juzgado como al resto de ciudadanos, contraviniendo así el principio de igualdad ante la ley; y la riqueza, ay, la riqueza, está mal distribuida, por ser benévolo, me dicen.
Les he respondido que esas cosas pasan en muchas partes y que en eso consiste la esperanza de un futuro mejor, pero me han contestado que todo lo anterior contraviene una serie de artículos de la Carta Magna que, a continuación, me han relacionado y que aun así celebran el Día de la Constitución.
Entonces, he dudado cómo rebatirles, aunque he recordado la frase de Martin Luther King: «Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol»; y nos hemos ido a celebrar que si criticamos esto es porque tenemos derechos y libertades y porque, aun mejorable, nuestra Constitución existe.
Bueno, ellos han brindado con cava y chacolí; y yo, con fino.