Todos los años nos pasa lo mismo: cuando vemos a los operarios del ayuntamiento de nuestra ciudad, de nuestro pueblo, encaramados a una escalera desentrañando una maraña de leds y cables, una exclamación se nos viene a la boca ¿Ya están colocando las luces de Navidad? ¡Cada año las ponen más temprano! Pero no es cierto: si miramos el calendario, es seguro que ya estemos a taitantos de noviembre y que en breve los mantecados, el catálogo de los juguetes, el huevo hilado y los jingles de los anuncios que vuelven, a casa vuelven por Navidad, estén ya en la parrilla de salida.
Yo por mi parte, creo que he llegado a esa edad en la que los años se me pasan más rápido que un pestañeo. Me levanto por las mañanas con la sensación de que anteayer era verano. Para colmo la meteorología no ayuda mucho. Hasta hace dos días íbamos en manguita corta y esta semana, tras varios días jarreando con fuerza, hemos tenido temperaturas más propias de un invierno canario que de la península. Me temo que con lo que le estamos haciendo a nuestro planeta Tierra (también llamado “Plan A sin Plan B”) el otoño va a pasar a ser una rareza que contaremos a nuestros nietos junto con el funcionamiento del teléfono de disco o la relación entre un bolígrafo y una cinta de cassette.
Es el tiempo un concepto líquido, mutable, impreciso a pesar de nuestro afán por domesticarlo una y otra vez con calendarios, relojes o agendas con mensajes motivadores que siempre se quedan a medio rellenar. Pero es esa condición la que precisamente hace del tiempo uno de los temas preferidos de quienes escribimos. En su deseo por atraparlo la escritora y fotógrafa Sonia Márpez nos ha regalado “Adormidera”, su último poemario publicado por la editorial sevillana Maclein y Parker.
El tiempo es un caballo
salvaje y veloz.
Sus crines al viento,
intangibles, oscuras,
son el bosque
en el que nos perdemos.
Tras este comienzo al galope, Sonia nos invita a recorrer un camino no siempre fácil, no siempre lleno de esperanzas, no siempre amable. Un camino compartido con hombres que beben en las cantinas, un camino lleno de sueños que parecen que nunca van a llegar a cumplirse, un camino muchas veces hecho en soledad y de soledad. Mientras tanto la poeta va dejando su rastro hecho a base de palabras: vuelve, repasa, inventa, labra, colecciona, desciende, golpea, aguarda:
¿De mis pisadas
brotarán algún día
fértiles pensamientos?
“Adormidera” es un libro compuesto por más de cincuenta pequeños poemas pero que bien podría leerse como un único poema donde pasado, presente y futuro van y vienen, conviven y nos interpelan como lectores y como sujetos del verbo. El tiempo en este libro a veces es una losa capaz de sepultar todas las ilusiones, pero también se hace ligero como el sueño, como el polvo. Y entonces sabemos que sí, que esto también pasará.
“Adormidera” es el número 27 de la colección de poesía Mirto de la editorial Maclein y Parker.