La ciberdelincuencia se ha ido convirtiendo poco a poco en uno de los grandes peligros de nuestro tiempo, más todavía cuando hablamos del entorno corporativo. Las empresas gestionan hoy en día grandes cantidades de datos o, lo que es lo mismo, información confidencial sobre el negocio y sobre sus clientes. Debido a ello, es fundamental mantener unas políticas perfectamente diseñadas para proteger la organización de cualquier hacker que trate de vulnerar dicha privacidad. Unas medidas que parten de la prevención, y obligan a actuar con inmediatez y eficiencia, en caso de que el ciberataque se llegue a producir.
La prevención como punto de partida
Uno de los grandes errores en la protección corporativa ante los hackers es plantear únicamente qué hacer ante un ciberataque. Si bien es cierto que esto es esencial para evitar trascendencias arrolladoras por esta vulneración de los derechos, más lo es actuar de modo preventivo. Algo de lo que ya se han hecho eco desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (INCIBE), incentivando a los negocios contemporáneos a crear un plan de contingencia, en favor de anticiparse a las acciones de los delincuentes virtuales.
Lo primero que debes saber, es que es imposible crear barreras inaccesibles al 100%; ahora bien, esto no quita que muchos de los riesgos que se asumen en el día a día, sí se puedan mitigar. En este orden de ideas, en las rutinas de protección debe haber un gran papel humano, siendo los propios directivos de las empresas, los encargados de ponerse manos a la obra. De ello dependerá la integridad, tanto de la propia compañía, como de sus socios, colaboradores o clientes.
Diseñar políticas sobre el buen uso de los dispositivos de la oficina, a través de sistemas de acceso remoto, habilitar un acceso a la información limitado para cada empleado, así como tener contraseñas seguras, son tres de los pilares fundamentales en esta materia. Asimismo, es importante tener procesos de formación para toda la plantilla, usar acuerdos de confidencialidad, tener copias de seguridad frecuentes y actualizar los equipos, incluyendo los antivirus. Unas cuantas acciones que, como puedes observar, están orientadas a prevenir la fuga de la información y plantar cara a quienes quieran dañar a la empresa, incluso de forma interna. Solo así se podrá llevar a cabo una protección con solidez ante la ciberdelincuencia, eliminando muchos de los riesgos comunes a las compañías del siglo XXI.
Qué hacer si el ciberataque ya ha dado lugar
Si el ciberdelincuente logra superar todas estas pautas de contingencia que has diseñado para ponerle las cosas difíciles, entonces, debes aprender a actuar de forma inmediata. En este aspecto, lo más importante es detectar y detener el suceso, aplicando medidas tecnológicas, legales y organizativas, a partes iguales. Una vez se haya detectado el problema, ya podrás tomar las acciones correspondientes para evaluar el impacto del incidente, su gravedad y ejecutar toda respuesta que sea adecuada para estos delitos informáticos.
En cuanto se logre controlar el ciberataque y continuar la actividad habitual del negocio, entonces tendrás que ponerte en marcha con todas las medidas de recuperación, algo en lo que la comunicación tiene mucho que decir. De hecho, antes de nada, deberás ponerte en contacto con las autoridades competentes, como la Agencia Española de Protección de Datos, el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil o la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía. También, deberás hablar con tus clientes afectados, simplificando el acceso a la información asociada al ciberataque. Algo que debes hacer de igual modo, de forma interna, comentando lo sucedido con tus empleados.
Así pues, a pesar de los muchos riesgos que existen en el ámbito empresarial desde que la tecnología pasó a dominar el mercado, con una buena organización corporativa podrás mantener cierta estabilidad, incluso si pasa lo peor. La prevención, la rápida respuesta y la comunicación transparente, son herramientas que te mantendrán a flote, evitando un amplio volumen de situaciones que podrían echar por tierra aquello que con tanto esfuerzo y perseverancia has construido.
