El delegado territorial de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, Pedro Yórquez, ha visitado el centro de cría ‘Altos de Mogaya’, en Cartaya, que dirige el prestigioso cetrero y presidente de la Asociación Española de Cetrería y Conservación de Aves Rapaces (AECCA) Manuel Diego Pareja-Obregón.
La finca ‘Altos de Mogaya’ es un centro reproductor de 17 especies de rapaces, entre las que se encuentran el águila calva (Haliaeetus leucocephalus), halcones peregrinos (Falco peregrinus), halcones sacres (Falco cherrug), halcones cruzados de peregrinos y gerifaltes (Falco rusticolus) y otros halcones híbridos únicos en el mundo.
Pedro Yórquez ha destacado “la gran aportación de Manuel Diego Pareja-Obregón a este arte ancestral en toda su extensión por el mundo, puesto que su actividad y sus conocimientos sobre la modalidad de caza más natural que existe tienen un alcance internacional. Tenemos la suerte de que ejerce esta labor desde la provincia de Huelva”, ha añadido el representante de la Junta de Andalucía.
El delegado territorial de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul también ha recordado que Manuel Diego Pareja-Obregón desempeñó un papel relevante en todo el proceso que siguió la Junta entre 2022 y 2023 para declarar la cetrería Bien de Interés Cultural (BIC). El gobierno de Juanma Moreno tuvo muy en cuenta todos sus estudios e informes para inscribir la cetrería andaluza en el Catálogo General del Patrimonio como BIC, con la tipología de Actividad de Interés Etnológico. “Esta actividad ostenta en Andalucía valores específicos y propios en esta región, tanto históricos, etnológicos, artísticos, sociales como de protección del medio natural”, ha defendido Pedro Yórquez.
El arte de mantener, adiestrar y volar aves de presa para obtener piezas en su estado silvestre se ha practicado durante más de 4.000 años, de ahí que la Unesco lo incluyera en 2010 en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Andalucía se ha erigido en un territorio clave para su desarrollo histórico, ya que en la Península Ibérica se difundió a través de las cortes medievales andalusíes, cuyos monarcas practicaban esta actividad. Posteriormente, es adoptada por los reyes cristianos de Castilla y Aragón, que también la toman como hábito recreativo, extendiéndose al resto de Europa.
La subsistencia de estas aves (halcones, águilas y azores) en los cielos andaluces, ya sea de forma salvaje o domesticada, facilita el equilibrio de los distintos ecosistemas. Muchas subespecies están protegidas por la Ley de Medio Ambiente y pueblan reservas naturales.
La cría en cautividad de las aves de cetrería, como la que se lleva a cabo en los ‘Altos de Mogaya’, es una actividad también implícita en esta práctica, “lo cual supone un revulsivo genético de indudable valor ecológico”, ha subrayado Yórquez.
En este sentido, el consejo de Gobierno de la Junta ha apostado por la protección de la cetrería para garantizar la perdurabilidad en el tiempo de esta actividad ancestral, que goza de unas singularidades específicas en la comunidad andaluza, y que, en la actualidad, es una actividad recreativa que aglutina tradición, conocimientos sobre biología animal, veterinaria, orfebrería o guarnicionería, así como valores educativos y medioambientales. Las asociaciones de cetrería andaluza y otras instituciones han respaldado la iniciativa de convertir en BIC esta práctica.