La Unidad de Gestión Clínica (UGC) de La Palma del Condado, perteneciente al Distrito Sanitario Condado-Campiña, ha puesto en marcha el programa de concienciación ‘Benzostopjuntos: vivir sin tranquilizantes es posible’, una iniciativa de la Consejería de Salud y Consumo que persigue, a través de los centros de atención primaria, fomentar un buen uso y disminuir la dependencia que generan las benzodiacepinas en la población.
Este grupo de fármacos tiene efectos ansiolíticos e hipnóticos y su consumo ha experimentado un importante aumento en los últimos años.
La Palma del Condado es una de las primeras UGC en Huelva que impulsa esta actuación tras una fase previa de pilotaje que se ha llevado a cabo durante nueve meses en distintos centros de todas las provincias andaluzas. Sus destinatarios son usuarios que presentan un uso crónico de benzodiacepinas para tratar la ansiedad y/o el insomnio, y consiste en ofrecerles información y materiales educativos en las consultas que realicen y en las oficinas comunitarias de farmacia.
En el desarrollo del programa colaboran profesionales de todos los ámbitos (médicos de familia, enfermería, farmacéuticos y trabajadores sociales), que ponen a disposición de las personas interesadas en los centros de salud información clara y otras herramientas dirigidas a la reducción del consumo y lograr la deshabituación. Aparte de los vecinos de La Palma del Condado, también pueden acceder a esta prestación los de Escacena del Campo, Paterna del Campo, Manzanilla, Villalba del Alcor y Villarrasa, localidades que integran esta UGC.
En concreto, los profesionales informan sobre las benzodiacepinas y los riesgos de su uso continuado, las alternativas existentes (técnicas de relajación, respiración y autocontrol, cambio de hábitos, ejercicios…) y cómo proceder para la deshabituación. Entre el material educativo se incluye además un auto-test para medir el grado de dependencia a estos fármacos, así como un directorio de las guías de autoayuda para la depresión y los trastornos de ansiedad del Servicio Andaluz de Salud y una sugerencia de pauta de deshabituación.
Iniciado el proceso de reducción de estos medicamentos, los trabajadores sociales participan activamente con la organización de grupos socioeducativos de atención primaria, los denominados GRUSE, que son una alternativa y una herramienta muy eficaz en este ámbito.
Estos grupos tienen como objetivo promover la salud tanto física como emocional de los usuarios participantes y mejorar sus capacidades a la hora de afrontar las dificultades de la vida cotidiana. Para ello, se basan en los activos en salud y fortalezas de cada persona, a la vez que trabajan técnicas de afrontamiento de los problemas de la vida, cambios de hábitos, costumbres y el autocontrol. Se trata de una actividad que aporta numerosos beneficios y refuerza la autoestima.
Según la experiencia adquirida, 4 de cada 10 participantes elimina el consumo de estos fármacos con poca o ninguna dificultad.
Uso indebido
La campaña ‘Benzostopjuntos’, que se realiza en colaboración con el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, pretende mejorar el conocimiento sobre las benzodiacepinas y sus alternativas con vistas a minimizar los riesgos derivados del uso continuado de estos fármacos.
Se aconseja utilizarlos entre 2 y 4 semanas, durante las crisis de ansiedad, cuando sea crucial el control de los síntomas, o en insomnio grave que interfiere con la vida cotidiana.
Al inicio del tratamiento las personas que los usan llegan a dormirse entre 8 y 20 minutos más rápido, y aumentan en casi 35 minutos más el tiempo de sueño por las noches. También consiguen disminuir la ansiedad a la mitad en 1 de cada 6 personas. Sin embargo, un uso continuado de benzodiacepinas hace disminuir su efecto beneficioso e incrementa el riesgo de accidentes, caídas y el deterioro cognitivo, por lo que su balance beneficio/riesgo a medio y largo plazo es desfavorable.
Se estima que más de un millón de andaluces consumen benzodiacepinas, entre las que se incluyen con mayor consumo: lorazepam, lormetazepam bromazepam, alprazolam o zolpidem, entre otros. En la comunidad andaluza, una de cada diez personas es consumidora crónica de estos fármacos, mayoritariamente personas mayores (el 50%) y mujeres (7 de cada 10).