3 octubre 2024

De Gibraleón al Santuario del Conquero: el camino que recrea los pasos de ‘El Zapatero’

Discurre por lugares que conectan con la historia común de Huelva y el municipio olotense

En la mañana de este martes, 1 de octubre, el claustro del Santuario de la Cinta ha acogido la presentación del camino de peregrinación desde Gibraleón al Conquero, recreando los pasos que Juan Antonio ‘El Zapatero’ realizó en el año 400.

El acto, conducido por el periodista onubense Rubén Garrido, ha contado con la presencia de Jaime Pérez Guerrero, delegado de Fomento de la Junta de Andalucía; David Toscano Contreras, presidente de la Diputación Provincial de Huelva; Pilar Miranda Plata, alcaldesa de Huelva; Juan Ignacio Molina Maqueda, Concejal Delegado de Cultura y Patrimonio Arqueológico; Alfonso Castro Bobo, concejal delegado de Presidencia y Relaciones Institucionales; José Luis Moreno Rodríguez, teniente de alcalde de Gibraleón; Santiago Gómez Sierra, obispo de la Diócesis de Huelva; José González Suárez, rector del Santuario de la Cinta; Antonio Cepeda Lepe, párroco de Gibraleón; Esteban Brito López, hermano mayor de la Hermandad de la Cinta; y José Manuel Álvarez Gómez, hermano mayor de la Hermandad Servita de Gibraleón.

De Gibraleón al Santuario del Conquero: el camino que recrea los pasos de 'El Zapatero'

La leyenda

La tradición oral inmemorial del milagro de la Virgen de la Cinta al zapatero Juan Antonio narra que: “En el año 400 vivía en Huelva un zapatero llamado Juan Antonio, con su mujer Lucía. Ambos acostumbraban a recoger pobres y a regalar zapatos a los niños necesitados el día de la Natividad del Señor.

Un día, al regresar de Gibraleón, Juan Antonio sufrió un gran dolor en el costado, hasta el extremo de no poder continuar el camino. Descendió de la montura, y ya en el suelo, invocó a la Virgen en su Natividad. En el acto, al extender el brazo por el mismo dolor, encontró una cinta y ciñéndosela, desapareció rápidamente el malestar.

En agradecimiento hizo una pequeña Ermita y en ella su amigo, el pintor Pedro Pablo, pintó a la Señora. La representó sentada con el Niño Jesús en sus brazos, desnudo y con zapatos, con un cinto que parece entregar a María, manifestando el refugio de su Madre para los pecadores. Sobre ellos, un par de ángeles coronan a la Virgen.

El pintor representaría al Niño desnudo y con zapatos, por todos los que en su nombre entregaba el honrado Juan Antonio el día de su santísimo nacimiento, y a su Santísima Madre con una granada, símbolo de las virtudes y gracias depositadas por Dios en esta Señora, tan perfectas como el propio fruto.

Culminaría la pintura con una corona, otorgada a la Virgen por la Beatísima Trinidad como Señora de todas las Virtudes y de todo lo creado, y con un cinto para el Niño, en recuerdo del milagro que María Santísima hizo con su devoto. Por ello es venerada y aclamada esta imagen con el título de la Cinta.”

La historia

Los sucesos narrados en la leyenda primitiva describen un lugar identificable en las fuentes históricas, dado que el camino que siempre unió Huelva y Gibraleón corresponde con el tramo de la vía romana del Itinerario Antonino denominada “Ostium Anae-Onuba”, la cual comunicaba la desembocadura del Guadiana con el estuario del Odiel. Esta ruta partía desde la antigua Onuba romana en dirección norte, por donde hoy discurren el Paseo de Independencia y la Avda. Cristóbal Colón.

Continuaría entre el río y el escarpado cabezo del Conquero, para luego acceder al camino denominado Vereda de Peguerillas hasta salvar el cauce del Odiel por la Pasada del Zuar. Es en las inmediaciones del río donde se construiría el Castillo de Yabal Al Uyum en el siglo IX, bajo el dominio del Califato cordobés, enclave en torno al cual surgiría la actual Gibraleón.

La existencia durante el periodo califal de una importante población mozárabe en el eje Gibraleón-Huelva-Saltés, dado los fueros otorgados por Muzaben Nosseir en la conquista, sugiere la posibilidad de ubicar en este contexto histórico el origen de la devoción a la Señora de la Cinta. De este modo, el Camino que hoy rememora los pasos de Juan Antonio “El Zapatero”, discurre por lugares que nos conectan con la historia común de Gibraleón y Huelva.

Itinerario del camino

Punto de partida

La vida del Gibraleón medieval se desarrollaría en la plaza ubicada junto al acceso al Castillo, hoy Plaza de Santiago donde se levanta la Iglesia de Santiago, donde probablemente acudiera el Zapatero Juan Antonio en su labor de zapatero. Esta Iglesia es además la sede canónica de la Venerable Hermandad y Antigua Cofradía de la Tercera Orden Servita de Nuestra Señora de los Dolores, Santo Entierro y Cristo de la Buena Muerte, tan vinculada en los últimos años a la Hermandad de Nuestra Señora de la Cinta, y especialmente impulsora de las peregrinaciones al Santuario desde Gibraleón.

Por tanto, no hay mejor punto para fijar el inicio del camino que el porche de la Parroquia de Santiago donde se marca el inicio del camino. Recorrido por el núcleo urbano de Gibraleón Desde el punto de partida citado, se propone un itinerario buscando los indicios que quedan de la primitiva entrada al pueblo desde la ciudad como es la Calle Huelva (antiguo Camino de Huelva) y que parte desde la antigua Plaza de la Cilla y que enlaza con el arroyo del Tejar.

De este modo, el siguiente hito sería la Iglesia Matriz de San Juan, primitiva parroquia de la localidad, a la que se accedería por las calle Cuesta del Santo Entierro, Ríos y Corazón de Jesús hasta la plaza de San Juan, continuando por la plaza de la Cilla.

Desde la plaza de la Cilla, se bajaría por la Calle Huelva, como hemos dicho, reminiscencia de la antigua entrada del Camino de Huelva y donde encontramos entre sus bocacalles la denominada “Nuestra Señora de la Cinta, hasta el puente sobre el Arroyo del Tejar. Tramo de enlace a la Vía verde Huelva-Gibraleón Cruzado el Arroyo del Tejar, y por las huellas de la vía romana, el itinerario seguiría por el Camino de la Romería que nos lleva hasta la entrada del recinto romero olontense.

Dejando a la derecha el caserío de la Romería de San Isidro, seguiría por la inmemorial Vereda de Peguerillas, que sigue la senda de la antigua vía romana, hasta enlazar por el trazado de la Vía Verde Huelva-Gibraleón. Tramo de recorrido por la Vía Verde Huelva-Gibraleón Tras dejar la Vereda de Peguerillas, donde se accede a la Vía Verde ciclo- peatonal, el caminante solo debe seguir esta vía hasta llegar a la ciudad de Huelva.

De Gibraleón al Santuario del Conquero: el camino que recrea los pasos de 'El Zapatero'

Tramo urbano por la ciudad de Huelva

El trazado de la Vía Verde Huelva-Gibraleón alcanza el espacio urbano onubense en el tramo final del llamado Paseo Marítimo, a la altura de la Rotonda que regula la circulación de vehículos entre las Barriadas de la Orden y Cardeñas. Salvado el cruce de la vía, el camino discurre por calles que indican la cercanía del Santuario de la Cinta.

El camino del Zapatero al Santuario

El camino nace con la vocación de ser una Peregrinación especial y única, el Camino del Zapatero nos propone un reencuentro personal, en compañía del silencio y la oración.

Al seguir los pasos del Zapatero, asumimos el compromiso de revivir el espíritu de caridad cristiana que alumbró a este primer cintero, y que nos invita a contagiarnos del amor hacia los más necesitados.

Además, el Camino nos reencuentra con el amor maternal de la Santísima Virgen, Nuestra Madre de la Cinta, quien nos ofrece su constante amparo, auxilio e intercesión. Al recorrer el mismo itinerario que Juan Antonio “El Zapatero”, cuyo rastro se pierde a lo largo de los siglos, estrechamos lazos con la historia misma de nuestra tierra, donde su orografía, predominantemente llana, ofrece una variedad de parajes que muestran la riqueza y diversidad de nuestra comarca, en la llamada Tierra Llana de Huelva.

El Camino propone al peregrino adentrarse en lugares como La Romería, los Salones y Peguerillas, parajes poblados por pinos, olivares e incluso viñedos, vegetación que conforma su paisaje, así como imbuirse de los encantos del escenario costero, repleto de humedales, caños, marismas y salinas. Este resulta el enclave perfecto desde el que divisar el río Odiel y bordear el Paraje Natural de las Marismas del Odiel, un enclave inigualable donde contagiarse del olor a salitre y desde donde divisar los centenares de aves que conviven en este escenario privilegiado, declarado Reserva Natural.

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