Cuenta Annette Haeberling en sus Metamorfosis que el arte explora fronteras entre lo terrenal y lo celestial. Sostiene esta premisa luego en ese cuidado trabajo que ha traído a la galería Fernando Serrano de Trigueros (1) meticuloso podría decirse. Una búsqueda de la luz hasta las últimas consecuencias, pues peligroso es transitar entre el cielo y la tierra, entre lo percibido y lo soñado. Annette Haeberling estampa pacientemente todas esas fronteras sobre lo real pero también sobre lo surreal, del único modo en que es ello posible, apenas hilvanando frágiles conceptos cromáticos, limpios aunque velados por el misterio, certeros contra todo lo que se pudiera pensar. Después, en un trabajo posterior, audiovisual, les dará movimiento. Será esta una versión propia de esos caminos inciertos que deberán ser trazados entre la vida y la no vida, entre lo tangible y lo que sólo es idea de todo eso que nos falta para completar el conocimiento, lo que no está ahí, palpable delante de nuestras narices.
Al margen de las cualidades estéticas, que las tiene y muchas, la pintora suiza afincada en Ámsterdam profundiza en los mitos que siempre conmovieron al hombre, en aquello que le cautivó: lo que no es pero se presiente. El mundo mágico que algunos derivaron o excluyeron hacia el hecho religioso, creer y aceptar, mientras otros lo quisieron transitar y hasta dominar, desde la cultura grecolatina que se empeñó en encontrar ahí nuestros orígenes, la descripción ovidiana de los mitos, hasta los surrealistas que nos han acompañado en el último siglo (2): todo es sueño. La pintura de Annette Haeberling, faltaba decirlo, invita a soñar. Hace tiempo que Fernando Serrano funde música y plástica en el acto inaugural de cada exposición. Los privilegiados que aceptamos su última invitación (todos ustedes, amables lectores, están invitados si lo desean) tuvimos la inmensa fortuna de presenciar un espectáculo absolutamente impresionante, pleno de emoción y sensibilidad. El prestigioso músico Lucas Macías (3), mientras se sucedían las imágenes del audiovisual sobre la exposición de la Haeberling, interpretaba en directo, allí, delante de los presentes, la pieza para oboe que el inglés Benjamin Britten escribiera inspirándose en seis de las doscientas y pico metamorfosis con las que Ovidio relató la historia de la existencia humana… y sobrehumana. Pan tocando la flauta para su amado Syrinx; Faetón conduciendo el carro del sol hasta caer al río Padus alcanzado por un rayo; Niobe que siguió llorando por la muerte de sus hijos tras ser convertida en lápida de piedra; Baco, murmullos, risas y gritos en sus fiestas; Narciso enamorado de su propia imagen y hecho flor; y Arethusa, que alcanzó a volar desde un afluente de amor hasta convertirse en surtidor de agua pura. Ya lo ven, los principios, que no cesan.
1. Hasta el siete de mayo, solicitando visita directamente al galerista o visitando www.art-website.com.
2. El que era último surrealista superviviente de los citados por André Breton en su Diccionario del Surrealismo, Jorge Camacho, fallecía hace sólo unos días en su residencia de París. La Pinacoteca de Almonte, prepara una exposición antológica
3. Es uno de los más prestigiosos músicos españoles contemporáneos. Actualmente oboe solista de la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam.
1 comentario en «Tránsitos»
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