La historia del aeropuerto de Huelva ha sido un cúmulo de despropósitos y esperas sinfín desde que el ex presidente de la Diputación Provincial, José Cejudo, se marcara el objetivo de su contrucción. La iniciativa fue agarrada con fuerza por Petronila Guerrero, pero con el mismo resultado: esperas y anuncios vacíos de pasos administrativos que no llevan a ninguna parte. Sólo hay que ver lo que pasa con el aeropuerto de Castellón, o lo que ha pasado con otros como el de Badajoz, Reus o Ciudad Real, para darse cuenta de que la historia del aeropuerto ha llegado a su fin.

Por el camino nos hemos dejado los contribuyentes unos importantes fondos públicos. El nuevo presidente de la Diputación, Ignacio Caraballo, ha dicho ya que en 2012 no habrá ni un euro para esta iniciativa. Mata dos pájaros de un tiro, se olvida de un proyecto que no tiene futuro en estos momentos y le da la razón a IU, coalición de la que precisa para sacar las cuentas provinciales adelante. El anuncio de Caraballo ha sido la constatación de que el disparate iniciado en 2004 toca a su fin, porque decir que ahora es el tiempo de la iniciativa privada es como encomendarse a la nada más absoluta.

¿Dónde están los inversores que tanto ha cacareado el presidente de la Cámara de Comercio y de la FOE, Antonio Ponce? Nadie los ha visto antes y mucho menos ahora, con la crisis que tenemos encima. Para este viaje no hacían faltan alforjas, aunque hay quien las ha llenado con el dinero público gastado hasta ahora a base de informes y más informes.

Para colmo, se jugaba tan alegremente con el dinero público cuando había una iniciativa privada, con lo que nos encontramos con dos proyectos en marcha al mismo tiempo, en una carrera loca y tonta en la que la Diputación Provincial nunca debió entrar. Pero jugar con el dinero de los contribuyentes es algo que sale gratis a nuestros políticos… y así nos va.