Mientras vinieron los euros a mansalva, los españoles fuimos europeístas convencidos. Ahora que no tenemos moneda para devaluar y salir de esta, por ejemplo, parece que ya no lo somos tanto. Antes, cuando la balanza de pagos se empeñaba en no ser favorable, se bajaba el valor de la peseta y todo casi resuelto. Ahora, con la balanza de pagos atornillada en los números rojos, no hay moneda que devaluar. El euro es el euro, la moneda también de los alemanes que tanto nos venden y menos nos compran, con lo que les va fenomenal. Estamos aquí en España atados de pies y manos, con la fábrica nacional de moneda y timbre cerrada por cese de actividad y un letrero en sus puertas que anuncia su traspaso. Nadie la quiere comprar.
En ningún programa político, de esos que muestran antes de las elecciones, aparece, de momento, la opción de darle la espalda a Europa, de abominar del euro que tan poca cuenta nos trae y seguir por nuestra cuenta y riesgo. Ningún partido se atreve siquiera a pensarlo, pero viendo el patio, no es eso de extrañar. Más bien deberíamos de empezar al menos a meditar que se puede vivir sin Europa. E incluso mejor sin Europa que con ella. Desde luego con el euro y con la balanza de pagos imposible de mejorar, la deuda cada vez será mayor y tendremos que continuar pidiendo limosna para poder pagar intereses. Así, desde luego, mucho tiempo no podremos seguir.
Me da en la nariz que cuando la opción de apartarnos del euro sea urgente e ineludible, sea ya demasiado tarde y no nos quede otra que el limosneo y la refinanciación de la deuda. La deuda eterna, que le llaman. La vertiginosa espiral de la pobreza, también.
De momento, en España no se divisa un puñetero euroescéptico en lontananza. Hay consenso total: euro sí o sí. Y deuda pública a diez años y un siete por ciento de interés también. Los alemanes no, ellos pagan un interés algo menor que el uno y medio por ciento. Una ganga. Pero pongamos un ejemplo. En el caso de que España y Alemania tuvieran que mejorar sus redes ferroviarias, o las que ustedes quieran, deberán pedir créditos, o lo que es lo mismo, vender deuda pública en los mercados financieros. Alemania, con su balanza de pagos absolutamente favorable, dispondrá de dineros en su tesoro para al menos pagar una parte de los gastos de esas mejoras que se dispone a emprender, por lo que sólo tendría que pedir préstamos pongamos que de la mitad. Y a un interés del 1’4%. España tendría que pedir un préstamo por el total de la operación a realizar, y además pagaría un 7% de interés. Mal negocio.
Esto de ser pobres sólo conduce a una cosa, a ser más pobres todavía. Pero estamos en el euro, estamos muy contentos con la moneda única, ya que desde Europa nos llegan a mansalva. Para promover el empleo, por ejemplo. Un ejemplo muy cabrón: observatorio andaluz de empleo, vivero de empresas, curso de formador de formadores y otras pamplinas que sólo han servido para colocar a los amiguetes cuando no para sostener el mefistofélico plan de miembros muy destacados de la Junta de Andalucía para llenarse los bolsillos o gastar euros europeos en putas y cocaína. De momento hay un par de elementos en la trena, pero a fecha de hoy no sabemos, ni sabremos nunca me temo, cuántos tipos de estos andan implicados en el tocomocho del empleo andaluz.
De la Expo 92 han pasado veinte años y no sabemos todavía, ni se sabrá nunca ya, cuánto costó ni en qué se emplearon los sobrados dineros públicos que unos cuantos manejaron a su antojo. De aquellos barros surgieron algunas curiosas fortunas y un descampado que hoy sostiene la presunta actividad de más de una y más de dos empresas públicas de la Junta de Andalucía. Otro tocomocho financiado con fondos europeos que no sabemos ni cuánto nos cuesta ni para qué demonios sirve.
De momento no hay un euroescéptico en todo el panorama político nacional. Verán cómo, cuando sea ya demasiado tarde, empiezan a sacar los cuernos al sol. Como los caracoles, mismamente.
3 comentarios en «EL DUENDE
Euroescépticos
[Bernardo Romero]»
Fé de erratas: donde digo hay (del verbo haber) quiero decir: ay de exclamación
D. Bernardo, prácticamente coincido con usted en todo lo que expone. Pero permítame recordarle que en el Tratado de Maschtrich, se «exigía» a los Paises de la UE, que formasen parte de lo que se llama Eurozona, tenían que tener sus Balances muy claritos, para poder converger en un cambio a través del ECU, y además los integrantes de esta Eurozona, se «obligaban» a no pasarse nunca del 3% de déficit (déficit que estaba pensado por inversiones en infraestructuras principalmente). Pues hete aquí que ya Grecia no daba la talla (y Europa se dejó «engañar» para tener un asociado más al €); Portugal no pretendió engañar, pero estaba algo «escasito». Irlanda, su problema vino por la emisión constante de su Banca del «Cuasi dinero» acudiendo al Mercado Interbancario en huida hacia adelante, hasta que les bloquearon la «Visa» por exceso del límite de su saldo. ¿Y España? Con el Sr. González no se hacían los deberes, como no se han hecho con ZP de «ZaraPastroso». El Sr. del bigotito, el de sin carisma, Sr Aznar, hizo los deberes quedándose muchas noches sin dormir, para pasarlos a limpio. Sacó buena nota, y por eso, cuando España fue la Presidencia de Turno de la UE, se puso en circulación el Euro…Pero había trampa, y sabe usted cual es la trampa: LAS AUTONOMIAS en cuanto a la opacidad de sus Cuentas Públicas, Nepotismo, Enchufismo, Golfemia, Malversaciones a mansalva, Prevaricaciones por millón, luchas intestinas por los Planes de Ordenamiento General Urbano y similares para la Industria, porque el alcalde de turno no es de los míos, aquí y en las demás Comunidades Autónomas. Es decir, existe el Estado cual sábana del Fantasma de la Opera, que sólo le queda la sábana, porque su alma la tiene transferida a sus hijas las Autonomías, y es ahora que Europa se está enterando de esto. Porque en Alemania existen los Länder, pero hay del que se mueva al margen de la Ley, porque derechito no va caminito de Jerez, como dijo un Juez poco piloso, sino que lo enchironan en Spandau como a Rudolf Hess. Y a otra cosa, mariposa.
Me parece deducir que estamos pensando la mismo; no es el euro el problema, ni siquiera los alemanes que nos descubren las verguenzas, somos nosotros mismos los que no podemos cambiar de forma de actitud, porque de una manera u otra, todos somos culpables del latrocinio que se ha instalado en España. Con una conducta así, no hay economía que resista ante un «mercado» que pide menos sinverguenzas manejando los dineros, pero el pueblo español, en una gran mayoría, ríe y sonrie cuando los «lideres» hacen sus pillerías. Tontos no somos nadie, pero el caracter latino y el nuestro lo es, valora la picaresca en la que España y los españolitos estamos instaurados desde hace siglos y, si no, que lean a Lope y a Quevedo.