Entre el Prestige y Boliden existen las diferencias que marca el férreo control de los medios de comunicación por los políticos, más curtidos y profesionalizados, del partido socialista. Uno fue a suceder en unos tiempos en que gobernaba un presidente del Partido Popular; mientras que el otro, muy anterior pero aún con secuelas, vino a acontecer en el feudo de Cháves y su combo flamenco. Ambos similares, provocados por empresas que buscan el máximo beneficio pasándose por el escroto las más elementales normas de seguridad; pero ambos tratados de distinta forma, vistos con distinto cristal por la mayoría de medios de comunicación, fieles a un partido que es garante de la circulación de excelentes cifras publicitarias. En Huelva sabemos bien de qué se trata y cómo se come eso.
El accidente más reciente, fue producido por el vertido de petróleo de un barco de bandera griega que pasaba por allí, por la Costa de la Muerte, a fines de 2002; el otro vertido, tóxico, fue producido por una multinacional que, como todas, viene al tercer mundo a llevarse la materia prima y a los paisanos del lugar, que les den. Del vertido de crudo en las costas gallegas quedan aún las incansables referencias de los candidatos socialistas y sus bien tratados voceros, por mucho que del crudo no quede ni rastro desde hace tiempo: aquello, mal que bien, se solucionó. Del vertido tóxico de Boliden, quedan todavía, catorce años después, rastros contaminantes en el castigado valle del Guadiamar. Pero de este quedó el silencio, la voz callada de quienes tienen su futuro laboral hipotecado en la sumisión, en la fidelidad a un partido cuya estructura clientelar les permite gozar de prestigio, miren ustedes por dónde, y relajo en las pistas de pádel, tiempo para olvidar lo que han hecho con su profesión y con su dignidad.
Me vienen estas reflexiones a la cabeza mientras paseo por los que fueron bosques de encinas y alcornoques alrededor de Berrocal, el pueblo que nunca existió para algunos medios de comunicación. Invisible incluso en aquél tremendo tiempo en que el fuego acabó con sus paisajes, que es acabar con el alma, ni tampoco ahora, cuando rodeado aún de desolación, el pueblo trata de recuperar la vida ¡Vivan las bestias!
Entre el Prestige y Bolidén media el modo de entender la política de unos y de otros. Unos como servicio público y otros como profesión, como medio de enriquecerse y ganar prestigio social ofreciendo a otros, a cambio, medios de subsistencia. Un sistema clientelar que el Partido Popular, afortunadamente, no termina de aprender.
Hace unos días, en un programa radiofónico en teoría dedicado a los deportes, todavía hacían burlonas referencias al vertido del Prestige. Puede que ninguno de esos periodistas deportivos recuerde, o acaso ni sepa, lo que fue y lo que es Bolidén. El Club Deportivo Aznalcollar no juega en primera división. El Berrocal, tampoco. Aquí no tienen ni equipo, con cuatrocientos habitantes no da ni para el once inicial. Pocos votos, por eso no existen.
1 comentario en «EL DUENDE
Espíritu deportivo
[Bernardo Romero]»
Enhorabuena. Un buen artículo lleno de certezas y de verdades. pero.. «Esto es lo que hay Don Bernardo…». Triste, pero cierto.