Salimos. Contra la opinión generalizada y pese al disgusto que como es lógico y normal supone para quienes nos metieron en el agujero, salimos. Y vaya por delante que debe ser la repanocha esto de salir y que encima nos saquen otros, los otros para ser más exactos. Pero sintiéndolo en el alma por los antedichos, tengo que anunciaros cual redentor de cuarta regional, que salimos.

Hará cuestión de cinco años, cuando se nos aparecía como meridianamente claro que estábamos metiéndonos en un agujero proceloso, alguno se lo tomaba a broma y otros sentenciaron que quienes esto aseguraban eran unos enterados o unos traidores a la patria, mientras pedían escandalizados desde sus cómodos escaños la cabeza en bandeja de plata – por supuesto – de quienes sólo avisaban de lo que estaba ocurriendo con tanto dispendio, tanto cazo y tanta poca vergüenza. Pero sabido es que quien avisa no es traidor.

Ahora más de uno y más de dos se atreve a decir que estamos saliendo de este lío en el que nos metieron las circunstancias, cierto es, pero también cuatro golfos con corbata y todoterreno de alta gama, cuatro horteras que en circunstancias normales deberían mover a risa pero que en la España de las maravillas despertaban admiración cuando no envidia y la envidia, como también sabido es, lo que es, es mala consejera. Pero a lo que vamos, lo que es salir, salimos.

Que en un país de cincuenta y algo millones de habitantes, haya dos mil tíos que se empeñen en asaltar el congreso de los diputados, las Cortes españolas que son el sancta sanctorum de un régimen democrático, no supone el más mínimo trauma; que los delegados sindicales muevan a una huelga general, tampoco. Es más, que los delegados sindicales curren, que doblen el lomo, es un alivio y hasta un consuelo para quienes metemos el cuello todos los días a pesar de los recortes que se han derivado de la acción temeraria de los cuatro de antes y de otros cuatro que les secundaron – de uno y otro partido, que esto ha sido lo peor – desde parlamentos, diputaciones y consistorios municipales de los cuatro puntos cardinales de mi España.

Salimos. A pesar de tanta historia soberanista, de tanta independentzia y tanta biblia en pasta, salimos de esta barbaridad que se ha derivado del patético acto de dilapidar el estado del bienestar en comilonas donde se firmaban contratos irreales para la construcción de estaciones avícolas, aeropuertos y otras gilipolleces que nos han salido por un ojo de la cara a los más afortunados, a quienes al menos conservamos empleo y ganas de seguir trabajando a pesar de los pesares, mientras que a otros les han salido más caro aún: perder el ojo, la nómina, el piso y encima teniendo que aguntar el tirón en una cola de esas oficinas de empleo donde te van a decir lo que de sobra ya sabes ya, que ajo y agua. Para estos ha sido mucho peor, porque lo de no poder ir por la mañana al tajo, que encima el banco te amenace de embargo, que tengas la cartera vacía y no puedas ni comprar un, dos, las papas y el arroz, es ya tremendo, tan tremendo que uno ha optado por quedarse en casa y no protestar porque te recorten el sueldo, ni porque te suban la jornada laboral, por mucho que encima tengas que aguantar a los nuevos señoritos de este país llamando a la huelga general. No protestas y no lo haces porque lo que verdaderamente importa es que no se queden más en pelotas todavía quienes nada ya tienen. Ni pelas ni curro. A esos, al menos por decencia, no se les debe hurtar la posibilidad de que puedan seguir viviendo con un mínimo de dignidad en un país rico, por mucho que ahora las estemos pasando canutas y por mucho que nos hayan instalado en una irrealidad que observamos impasibles y alucinados, la de cierta clase política que ahora va y se preocupa de huelgas generales e independencias ridículas para comunidades históricas que la única historia que tienen es que ni la una ni la otra han sido independientes en su puta vida. Esa es la única historia cierta que tienen. Y mientras tanto, con prudencia y buen paso, andamos saliendo de la crisis. Pese a quien pese, salimos. O millor dit: sortim.