La reforma de la Ley de Montes, aprobada por los berzotas mayoritarios del gobierno el año pasado, dio lugar a que en 2015 se abrasara el doble de montes que en 2014.
Solo estamos en agosto y ya se han superado los efectos devastadores de los incendios de 2015. Sería suficiente como para que dimitiera el ejecutivo en pleno. Con la excusa de que esta reforma de la ley “contribuiría a la conservación de la biodiversidad, la prevención de los incendios forestales, la lucha contra el cambio climático y el aprovechamiento económico de los montes”, Isabel García Tejerina, ministra del Ministerio Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ejecutora de los planes de su predecesor Arias Cañete, dio pie a que se pudieran incendiar intencionadamente miles de hectáreas de suelo forestal con el mero fin de su reclasificación como urbanístico.
Ya comenté cuando aprobaron está desalmada reforma, solo comprensible porque son una panda de necios (de no ser así sería porque alguien tiene intereses ocultos, cuestión que no quiero ni plantearme ya que aquí hablamos incluso de víctimas mortales), que antes era necesario que pasaran treinta años de la fecha del incendio para poder reclasificar los terrenos con la prohibición explícita incluso de comercializar la madera, lo cual no daba lugar a una especulación inmediata, haciendo que los desalmados perdiesen el interés por cometer fechorías en este sentido. Pero, como pirómanos no faltaban y menos si se les pagase debidamente, ardería media España. Lo cual ha sucedido y continuará produciéndose.
Según estudios publicados bajo el sello del Ministerio de Medio Ambiente, entre 1995 y 2004 el 11,5 de los incendios fueron provocados por pirómanos. Habría que tener en cuenta que por entonces aquellos ceporros no habían abierto la caja de pandora y los beneficios de estos enfermos solo pasaban por el “placer o la venganza”, ahora puede haber mucho dinero de por medio haciéndolo efectivo en muy poco tiempo, con lo que indefectiblemente, habrá más delincuentes que pirados encendiendo cerillas o mecheros.
Curiosamente, con esta reforma, la agrupación de lumbreras retiró del mapa las atribuciones de la figura del Agente Forestal, aquellas de vigilancia, control y denuncia, dando puerta abierta a los contratos de vigilancia privada, que ya sabemos todos quién suele gestionarla. Los primeros, molestaban a los terratenientes en sus fincas y los nuevos, contratados por los señoritos, les rinden pleitesía, no es mal cambio, ¿quién gana con esto y cuánto está en juego?
Leo en las noticias que una ministra sueca dimite y pide perdón por sobrepasar por los pelos un control de alcoholemia, entonces imagino cuántos de nuestros políticos se descojonarán al enterarse de estas cosas. Aquí tenemos más pensiones vitalicias que vasos de plástico en una verbena, sin tener en cuenta los numerosos casos de corrupción protegida.
Si tiramos de la filmoteca, podemos ver con claridad que nos gobiernan, uno tras otro, mentirosos compulsivos…
España se quema avivada por el combustible de los papeles de la reforma de la Ley de Montes, ¿y ahora qué?
Tenemos un presidente en funciones que no sé qué tipo de dislexia tiene: chapurrea frases ininteligibles, hace como que va corriendo cuando el que lleva a su lado va andando, solo nos faltaba que un día el compadre le acompañe fumando. Al menos parece que se lo pasa bien mientras buena parte de España, por su culpa, se nos está achicharrando. Otra pensión vitalicia para otro necio que gobernó gracias al engaño.
Federico Soubrier García
Sociólogo y Escritor.